El diario plural del Zulia

Abastecimiento soberano, por Ramón Guillermo Aveledo

Hacia una calle ciega no se puede huir. Aunque lo haga en uniforme, armado y a paso redoblado. Los errores propios de un camino equivocado aumentan con la radicalización acumulativa, pues en vez de rectificar, las consecuencias de cada paso son peores. Es la historia de muchas revoluciones en el mundo y también en América Latina. Si esas lecciones no se aprenden, se repiten. Lo imperdonable es que, pudiendo evitarse, se caiga en ellas a esta altura de la experiencia humana.

Con o sin intención, el Gobierno destruyó la producción. Discursos, decisiones, expropiaciones, leyes, propaganda. Y la fue sustituyendo con importaciones directas y a bajo precio, por una moneda sobrevaluada, gracias a divisas abundantes. No contento con eso, se apoderó de fincas, fábricas, semillas, fertilizantes, pesticidas, bancos y creó otros. Nace Agropatria, la superstición de cambiar nombres. Con menos ingreso petrolero y más deuda, el gasto desordenado y la corrupción hacen estragos. La plata no era infinita. Las cosas empezaron a escasear. Inventó una consigna: “Guerra económica”. Se convenció a sí mismo, pero con la realidad no pudo.

Por desconfianza y afán de control, estatizó el comercio exterior, solo el Gobierno importa, y trató de estatizar la distribución. Ni un kilo de mercancía, cruda o procesada, se mueve sin sus “guías”. Creó redes propias como Mercal y Pdval, y tomó redes privadas que bautizó Bicentenario. Pero los problemas no disminuían, crecían. Colas y racionamiento. La estrategia parió un hijo tan inesperado como inevitable de nombre “bachaqueo”.

Como la escasez y los precios producidos por la imaginaria “guerra económica” aumentaban, tenía que ser culpa de la burocracia corrompida. Y se crearon los CLAP, idea vieja e importada desde otro costoso fracaso. Entregar al partido la exclusiva de distribuir productos escasos. Las secuelas son lógicas: sectarismo, favoritismo, corrupción y un descontento iracundo se esparció velozmente.

El remedio es dar otro paso en la misma dirección equivocada. La Gran Misión Abastecimiento Soberano del Decreto N° 2367. Poner bajo responsabilidad militar todo lo anterior. Como hizo a pedazos con alimentación, electricidad, finanzas, industria, seguridad de vidas y bienes. Ahora con el propio Ministro de la Defensa a la cabeza. No puede llamarse Misión Milagro, el nombre ya está ocupado. Pesarán sobre la FANB el fracaso y el desprestigio. Como le tocará la amarga tarea de la represión.

 

 

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