El diario plural del Zulia

A dos o tres bandas, por Jesús Salom Crespo

El país es un hervidero. Como la sociedad venezolana está altamente politizada las informaciones sobre política son leídas con avidez y se esparcen como reguero de pólvora. Eso da pie a la fábrica de rumores que congestiona las redes y muchas veces sirven para alterar la apreciación de los hechos o inventarlos.

La clase política contribuye a esos corrillos por su afición a declarar con profusión ante los medios. Es la denominada “política del micrófono”. Sin responsabilidad ni compromiso hacen de cualquier conversación entre líderes políticos un espectáculo del dominio público e interrumpen lo que podría conducir a una negociación.

Sin embargo, tal vez el más propenso a estos excesos es el Gobierno nacional que no tiene recato a la hora de tratar de conseguir ventaja cuando se trata de establecer algún diálogo con la MUD. Su estrategia más recurrente es deslizar anuncios a destiempo y con medias verdades para dividir el liderazgo y no haya consenso en las decisiones opositora, potenciando las tirantes relaciones y forzándola a cometer costosísimos errores que desvirtúan cualquier proceso conversatorio.

Así las cosas, no se crean las condiciones para desactivar esa bomba de tiempo que es la caótica realidad nacional; darle una solución política a la crisis de gobernabilidad que mantiene sumido al país en escandalosas crisis humanitarias. No es negándola como se puede resolver ni tampoco aprobando la aplicación de instrumentos para la persecución política y encarcelamiento de todo el que piense distinto. La calma aparente de la calle es engañosa. No es el resultado de alguna política de la ANC pareciera más bien un soterrado movimiento popular, porque la población ya no soporta el alto costo de la vida con sueldos devaluados que no alcanzan para cubrir las necesidades más básicas.

Esta situación demanda un diálogo o la incorporación de un tercer (o varios) actor que también es factor en juego (la sociedad civil, fuerza armada, sector universitario o los “ni-ni”, por ejemplo). El asunto es propiciar un ambiente de confianza y transparencia; pero evitando la política del micrófono. Que las declaraciones oficiales sean canalizadas mediante una instancia consensual. Cuestiones básicas para encaminar una exitosa negociación que nos devuelva la tranquilidad, la paz y se haga justicia a tanto desafuero. La sangre derramada merece este tributo.

Desde la Universidad del Zulia estamos prestos a colaborar para impulsar un proceso de estas características. El tiempo apremia. Las necesidades también.

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