El diario plural del Zulia

Venezolana cuenta cómo vivió el minuto del temblor en Chile

Para Noelí Esther Medina Gil, psicóloga, de 27 años, el minuto de "terror" vivido con el sismo, no es un "desencadenante" para volver a Venezuela, pero asegura que sintió temor por su vida

Un minuto de pánico y de verdadero terror fue el que vivió la venezolana Noelí Esther Medina Gil, psicóloga, de  27 años, la noche del sábado 19 de enero en la región de Coquimbo, zona centro-norte de Chile, donde ocurrió un temblor de 6,7 grados en la escala de Richter.

Yo tengo seis meses en la región y he sentido temblores de magnitud 3 o 4, pero nunca había sentido uno de esta magnitud (6,7) y con este pánico colectivo con el que se vivió”, admite la joven criolla.

Un poco antes de las 10: 30 de la noche, Noelí, quien vive en la zona costera chilena desde hace seis meses, se encontraba acostada, escuchando música. “Cuando eran las diez y media de la noche, al comienzo del temblor, no me espanté porque fue un movimiento suave, pero de repente, no fue progresivo, sino que fue súper intenso de una vez y la intensidad duró el minuto que duró el temblor”, cuenta a Versión Final.

 

Recuerda que su reacción fue ponerse de pie y salir a la sala donde estaba su primo. "Y en ese momento mi primo también se paró porque estaba consternado por el movimiento del piso y de la planta superior de la casa", afirma.

Baja mi otro primo, con la niña cargada en brazos, la escalera se movía, y ahí lo que hicimos fue tratar de abrir la puerta, porque la teníamos que abrir para que no se atorara. El movimiento era muy brusco, todo se estremecía, todo sonaba, en ese momento se estaban cayendo las copas, el microondas, el televisor se cayó, la puerta no abría, porque se nos había olvidado que tenía el seguro, por el pánico que teníamos, pero nos acordamos de la llave en el momento y abrimos”, recuerda.

Ante el momento de incertidumbre, miedo y desespero, junto a mis primos y la niña en brazos, llegamos al filo de la calle en pijamas. En ese momento observamos cómo los cables de la electricidad  y los postes se balanceaban, la gente corría con los niños hacia una zona más segura que está cerca de este sector,  cuenta la venezolana.

Según Noelí, en el momento, mucha gente salía a buscar a otros familiares que estaban en las playas y en lugares cerca del lugar del sismo o se divertían en la Avenida del Mar, ubicada a la orilla de la playa.

Lo que más alarma también, asegura, es que en el momento en que el temblor aumenta su intensidad, el servicio de electricidad se corta, lo cual anuncia que es un terremoto y los teléfonos comienzan a emitir unas alarmas  en la cual el sistema de prevención nacional indica que tienes que evacuar porque hay alarma de Tsunami.

 

Todo esto hizo que tuviéramos un poco de pánico y temor porque a pesar de que teníamos la información de que estuviéramos en lugares seguros como debajo de la escalera  o en los marcos de las puertas, el movimiento y  ver cómo reaccionaban los vecinos y el colectivo, hace que uno pierda el autocontrol y lo que hicimos fue devolvernos.

Rememora que se dieron cuenta que estaban en pijamas, que no tenían documentos, ni abrigos, ni nada. "Nos devolvimos, tomamos la plata que teníamos,  los documentos y el abrigo,  nos quedamos esperando que la situación se calmara en el marco de la puerta y todo se calmó”.

Cuenta que cuando todo volvió a la normalidad, algunos vecinos comenzaron a salir de sus casas, vinieron otros venezolanos que viven cerca  del sector “a preguntar como estábamos y nos dijeron que nos acercáramos hacia otro sitio donde estaban todos los venezolanos que se reunieron en una vereda cerca de acá. Todos estábamos ahí, esperando qué decían las autoridades”.

Para la psicóloga, la situación que vivió la noche del sábado 19 de enero pasada, junto a su familia,  es para los chilenos una situación normal en su cotidianidad. “Aquí hacen muchos simulacros y nos recomiendan tener en el bolso algo de alimentación, el agua potable, los documentos, abrigos por si llegara pasar una situación similar o peor que la vivimos”.

Sin embargo, para Nohelí, el minuto de terror y zozobra no es un desencadenante para regresar a Venezuela “y volver a la situación que se vive allá”. Considera que el minuto del sismo la hará estar más alerta ante un tsunami o ante un terremoto. “Pero ya sabes que puede pasar de ser un simple temblor a un terremoto y que te puede topar donde sea  y que nadie tiene la prevención exacta para eso”.

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