El diario plural del Zulia

¿Qué le depara el futuro a Dilma Rousseff?

La primera presidenta de Brasil, de 68 años y elegida en 2010 en medio de un boom económico que hizo agua, tomará la posta de la defensa el lunes, posiblemente acompañada de su antecesor y mentor político, Luiz Inacio Lula da Silva. Deberá hablar entre 30 y 60 minutos, según analistas, con un discurso más dirigido a la nación y no a los senadores, que ya tienen una opinión formada y que podrán además interrogarla.

Después vendrán las deliberaciones, que deben prolongarse hasta el martes, para iniciar la votación.

"Lo que puede pasar con la intervención de la presidenta es una ampliación de la cantidad de votos favorables al impeachment. A medida que el proceso avanza queda cada vez más claro que la presidenta cometió crímenes", indicó Cassio Cunha Lima, del socialdemócrata PSDB.

El presidente de la corte suprema, Ricardo Lewandowski, pidió a los senadores-jueces que dejen de lado sus posiciones ideológicas y partidarias, pero tuvo repetidamente que poner orden en los tensos debates del Senado.

En caso de ser sentenciada, Rousseff, esta mujer aguerrida que militó en una guerrilla marxista durante la dictadura (1964-1985), quedará inhabilitada para ocupar cargos públicos por ocho años.

La mandataria insiste en que es "inocente" y denuncia ser víctima de un "golpe de estado" orquestado por Temer.

Rousseff es acusada de violar las normas fiscales al manipular datos que permitieron ocultar la verdadera situación de las cuentas públicas de su gobierno, y emitir por decreto líneas de crédito extraordinarias sin el aval del Congreso.

La mandataria aduce que esas han sido prácticas corrientes en Brasil.

Aislada desde su suspensión en una especie de destierro en el Palacio de Alvorada, la residencia presidencial, Dilma ha pedido "mantener viva la esperanza" aunque la derrota parece cantada incluso para sus propios partidarios.

La dirección del PT rechazó por amplia mayoría el referendo para adelantar las elecciones propuesto por la mandataria si volvía al poder y en las calles de Brasilia no hay manifestantes cerca del Congreso, donde se colocaron barreras por seguridad, a diferencia de meses atrás cuando inició el proceso.

"Este es el día de la vergüenza nacional", zanjó Lula el viernes.

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