El diario plural del Zulia

Muere niña símbolo de la hambruna en Yemen

Amal Hussain tenía 7 años. Murió el pasado 26 de octubre producto de la hambruna que golpea a ese país

La niña Amal Hussain tenía de 7 años, se convirtió en el símbolo de la hambruna que sufren millones en Yemen, su mirada sin brillo y su frágil cuerpo fue consecuencia de la devastadora guerra. Amal murió el pasado 26 de octubre.

El periodista Declan Walsh, del diario The New York Times, fue quien reveló la historia y le puso nombre a esos ojos perdidos. El fotógrafo Tyler Hicks, quien mejor la retrató. La imagen de Amal recorrió el mundo a partir de la historia del periódico norteamericano y expuso ante la opinión pública la tragedia diaria de aquel país que está condenado a una guerra catastrófica desde hace tres años.

La imagen de la niña llamó la atención de muchos de los lectores quienes se movilizaron para intentar ayudar a la familia. The New York Times recibió decenas de cartas y correos electrónicos para ponerse en contacto con los padres de la pequeña yemení.

A pesar, su cuerpo no toleró mucho más. En un campo de refugiados al norte de Yemen, su vida se apagó definitivamente.

"Mi corazón está roto. Amal estaba siempre sonriendo… ahora temo por mis otros hijos", dijo Mariam Ali, su madre.

La guerra ha provocado una hambruna generalizada en aquel país al sur de Arabia Saudita, nación que bombardea a diario y provoca que cientos de miles de familias se desplacen permanentemente. Se calcula que 1.8 millones de niños sufren malnutrición y están en peligro de morir. Ese número podría multiplicarse hasta llegar a los 14 millones de personas (entre menores y adultos) de acuerdo a los cálculos hechos por las Naciones Unidas.

"Mira. No tiene carne. Sólo huesos. Tenemos más casos como el de ella", le dijo la médica a cargo de atenderla, Mekkia Mahdi. El caso de Amal era uno más, pero se convirtió en un símbolo. Finalmente, fue trasladada del hospital a un campo de refugiados donde moriría una semana más tarde. Su estado era más que delicado. Estaba acostada, con la mirada fija, pero sin rumbo. Era alimentada cada dos horas con leche, pero vomitaba todo. Su cuerpo no toleraba nada. Y sufría de diarrea.

Mariam Ali, madre de la niña no sabe qué hacer con sus otros hijos. Mahdi le había recomendado que llevara a Amal y a todos a un centro hospitalario de Médicos Sin Fronteras. Pero no tenía suficiente dinero para el traslado, pese a que está a apenas 24 kilómetros de distancia. Es que el precio del combustible ascendió, imposibles para una familia que está quebrada económicamente. Y sin esperanzas.

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