El diario plural del Zulia

Familias también cesan sus pugnas en la Guajira

Los Fonseca Cobo, Cobo Pérez, Pérez Zárate, Zárate Soto, Cobo Campuzano, Pérez Carrillo, Pinto Pérez, Cobo Marulanda, Puches Asis, Ramírez Molina y Solano Pinto acordarán dejar atrás los conflictos que por 54 años han arrastrado. Están a punto de culminar el proceso de reconciliación. Estas familias oriundas del municipio Barranca, departamento de la Guajira colombiana, firmarán hoy la paz. Al acto, que se efectuará este martes a las 8:00 de la mañana, asistirán autoridades colombianas.

Todo comenzó en marzo de 1962 por desacuerdos cotidianos. Eran primos peleando por alguna razón adolescente. Ese pequeña pugna tomó fuerza con los años y se convirtió en la división de familias enteras, recuerda el profesor y columnista Nemesio Montiel.

Barranca, un pueblo de 25 mil habitantes, fue testigo entonces de muertes y desplazamientos de grupos familiares a raíz de las peleas. Campesinos abandonaron sus tierras, hombres cambiaron su modo de vida para huir de la guerra. Un fallecido llevó a otro y hoy la venganza se atribuye 163 muertes.

Hace diez años se dio el primer paso. La mitad de las familias que se mantienen en conflicto firmaron un documento en el que se comprometían a erradicar los rencores. En ese momento, debido a que no todos los involucrados estuvieron de acuerdo, se dio un plazo de diez años con el propósito de sanar, recuerda Gapeth Carmona Pérez, miembro de unas de las familias.

Doble firma

Uno de los motivos que mueve a las familias a fraternizar es el acuerdo que el gobierno colombiano firmó el lunes con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y que el pueblo aprobará o no este domingo 2 de octubre en un plebiscito histórico.

“Se aprovecha esta oportunidad para que los ciudadanos de Barranca que tuvieron que dejar de trabajar las tierras para huir del conflicto entre familias se beneficien con los asuntos que el Gobierno promete en el marco de las negociaciones con las FARC”.

Mucho gozarían estas familias desplazadas. En primer lugar, tendrían nuevas tierras para trabajar los cultivos de café, guineo, aguacate, plátanos y otros rubros. Se reinsertarían a la vida que hace 54 años abandonaron contra su voluntad.

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