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Ecuador: venezolanos madrugan para laborar en el campo y ganar 11 dólares por jornada

En Ibarra es común encontrar venezolanos vendiendo diversos productos entre el tráfico. Andrea Scacco, alcaldesa de la entidad, refirió que los venezolanos ·deben cumplir las reglas" y recientemente formalizó un grupo de 250 comerciantes 

Al menos 20 venezolanos, vestidos en jean y botas madrugan a diario frente a una tienda de víveres ubicada en el sector Julio Andrade, en Carchi, Ecuador, a la espera de tener la oportunidad de realizar una jornada de trabajo en el campo o construcción por al menos 11 dólares, pero no todos cuentan con suerte.

Elirber Barreto, de 20 años, esperaba su momento desde el pasado lunes 26 de agosto. Llegó hace 15 días al Ecuador junto con su esposa y sus cuatro hijos, provenientes del estado Lara, en el occidente venezolano. Gran parte del trayecto lo hicieron caminando.

En su tierra era panadero. El salario que ganaba si acaso le alcanzaba para comprar harina, arroz y una cubeta de huevos. Para poder subsistir, en sus días libres era barbero, reseña El Comercio.

Ese día, frente la referida tienda logró ser uno de los afortunados para ir a laborar un día en el campo para cosechar arvejas. Al llegar al terreno le explicaron que debía sacar las vainas más amarillas y de cáscara rugosa.

Por realizar esta jornada ganaría 11 dólares. Pero en tiempos de cosecha de la papa se paga por quintal $ 1 por cada uno, con lo que la ganancia por día puede aumentar.

Edin Moreno, gobernador del Carchi, señala que solo una minoría de los ciudadanos venezolanos que ingresan al país se queda en la provincia, pero muchos de ellos sin tener papeles en regla. Considera que esta migración ha impactado en algunos sectores con desplazamiento de personal.

Este hecho, añade el funcionario, va unido a la explotación laboral, porque en muchos casos se los contrata por un salario menor al real.

Héctor Rodríguez llegó hace seis meses desde la ciudad costera de Carúpano, en el oriente venezolano. “Vine a trabajar, porque allá no se consigue nada. Soy panadero y sé de construcción”, contaba en plena faena.

Ese día se lo contrató para pegar cerámicas en una vivienda en El Juncal. Recibe 12 dólares por la jornada. Su esposa y sus dos hijos, de dos años y siete meses, llegaron hace pocos días.

Otra familia que salió huyendo de Venezuela es la de Eduar Rodríguez, Agnedis García y su hija de 4 años. “Allá el sueldo no alcanza para nada. Solo comíamos arroz, lenteja, yuca y sardina. Nada de carne”, cuenta Agnedis.

A Ecuador llegaron el pasado 9 de julio. Solo Eduar ha conseguido trabajos por día, como en el campo y, en ocasiones, recogiendo escombros.

Nuestros planes son sacar la visa y tratar de tener un trabajo estable. Queremos quedarnos hasta que Venezuela se acomode”, dice Eduar. Viven en una modesta casa, junto a otros familiares.

En Ibarra es común encontrar venezolanos vendiendo diversos productos entre el tráfico. Rolando Avis, quien llegó hace unos 120 días, fue camionero durante 28 años, pero tras cuatro meses sin empleo decidió emigrar. Es padre de cuatro hijos. Ahora vende bebidas energizantes en la calle.

No consigo otro trabajo porque no tengo la visa. No me ha ido tan mal. Pero es fuerte, he aguantado humillaciones. Tristemente, por uno pagamos todos”, cuenta con lágrimas en los ojos. Hace pocos días llegaron su esposa y sus hijos.

Andrea Scacco, alcaldesa de Ibarra, recalca que la venta ambulante está prohibida en la ciudad. “Esta urbe los acoge, pero deben cumplir las reglas”. Indicó que recientemente se formalizó a un grupo de 250 comerciantes, que en su mayoría eran extranjeros.

 

 

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