El diario plural del Zulia

“Colombia quiere paz con justicia, no con impunidad”

¿Por qué ganó el “No”? Humberto Ortiz, profesor de Derecho Constitucional y Derecho Institucional en la Universidad del Zulia y Universidad Rafael Urdaneta, atribuye la respuesta negativa de 50,21 % de los colombianos a la impunidad y al miedo.

El domingo 2 de octubre la nación fronteriza rechazó el Acuerdo Final rmado en Cartagena entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Contemplaba, entre otras cosas, la creación de una Comisión de la Verdad para determinar lo sucedido en 52 años de conflicto armado, una Unidad de Búsqueda para saber qué pasó con los 45 mil desaparecidos de los que actualmente se sabe nada, la reinserción de los guerrilleros a la vida política y civil de la nación y algunas penas para crímenes de lesa humanidad.

Sin embargo, la respuesta fue no. Ortiz analiza el tema y establece dos factores concluyentes. En primer lugar, los daños ocasionados por la guerrilla fueron profundos. Un balance arroja 77.172 víctimas de homicidios, 6.651 secuestrados y 11.146 desaparecidos.

—Las personas que votaron por el “No” están de acuerdo con la paz, pero no con las condiciones del acuerdo—.

No sería fácil, de acuerdo con el analista, reincorporar a la sociedad a hombres que tienen como modo de vida la violencia y que solo saben estar preparados, con fusil al hombro, a ataques sorpresas.

Departamentos del “Sí”

El “Sí” ganó en zonas rurales y el “No” en zonas urbanas. Ocho de los 10 departamentos colombianos más afectados por la guerrilla aprobaron el Acuerdo Final. Apartadó, en Antioquia; Bojayá, en Chocó; Mitú, en Vaupés; Granada y San Carlos, en Antioquia; Tumaco, en Nariño; Puerto Saldaña, en Tolima; Tame, en Arauca y Toribío, en Cauca.

Para Ortiz, esta acción se lee así: miedo y anhelo.

—Miedo porque no sabían si votar en contra provocaría nuevos ataques. Y anhelo porque seguro hubo algunos que creyeron que realmente algo podía cambiar— agrega.

Pongamos como ejemplo que usted, como víctima, se encuentre frente a frente con su agente persecutor y este le indica que desea paz. Usted no sabría cuál camino elegir, pues si cede, no pasaría nada, pero si no, el peligro sería latente.

—Se trataría entonces de un consentimiento no libre y bajo amenaza— explica.

Otros de los factores que benefició a la opción promovida por el Estado y por las FARC fue la cantidad de votos nulos y no marcados, 287.189 votos en total. Esto, para el antropólogo colombo-venezolano Nemesio Montiel, se traduce en una nueva manera protestar.

—Políticamente hablamos de voto silencioso. Los colombianos, calladamente, estudiaron la petición y dijeron ‘no, esto no nos conviene’. Ese voto fue otra manera legítima de expresión— argumenta el académico.

Esos colombianos dijeron ‘yo estoy acá, pero no concuerdo con lo que hace el Gobierno y el ejército insurgente más antiguo de hispanoamérica’.

Hablemos de justicia

El Acuerdo Final contemplaba el indulto para algunos guerrilleros. Específicamente, los que cometieron delitos políticos y crímenes de lesa humanidad.

De haberse aprobado las casi 300 páginas de acuerdos, se habría constituido un Tribunal para la paz, que juzgaría las transgresiones cometidas en 52 años de guerra. Se impondrían dos tipos de penas: restricción de la libertad para quienes confiesen (la pena equivaldría a ayudas de entre cinco y ocho años a las comunidades más afectadas. Estarían vigilados). Y la segunda, en efecto, la cárcel para quienes no confiesen. Las penas rondarían entre los 15 y 20 años. 

A esto Colombia dijo no.

Analistas internacionales dibujan un escenario impensado e impredecible.

—Lo cierto es que el triunfo del “No” debe ser tomado como la necesidad de un replanteamiento de varios puntos de la negociación— opina Nemesio Montiel.

Todos se encuentran en La Habana. Esperan indicaciones. A las mesas de negociación, esta vez, podría sentarse el expresidente Álvaro Uribe Vélez, uno de los principales opositores de la opción del “Sí”.

 

 

 

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