El diario plural del Zulia

Analistas comparan discurso de López Obrador con el de Chávez

López Obrador habla de vender el avión presidencial, no vivir en la casa oficial. Descarta una reelección pero menciona una consulta revocatoria dentro de dos años y medio “para que el pueblo decida”, similar a lo que prometía el expresidente venezolano en 1999

Su personalidad mesiánica, más allá de lo simbólico, sus promesas, su discurso y su carácter lo han denominado como “el Hugo Chávez de México”. Andrés Manuel López Obrador, el nuevo presidente del país azteca, desde sub primer discurso al mando de la nación se ha direccionado hacia las corrientes populistas.

Predica la modestia. López Obrador habla de vender el avión presidencial, no vivir en la casa oficial. Descarta una reelección pero menciona una consulta revocatoria dentro de dos años y medio “para que el pueblo decida”. Prometió, además, una “Cuarta Transformación”, donde su Gobierno no será uno más sino un cambio profundo al nivel de la “Independencia, la Reforma y la Revolución”.

Protesto guardar y hacer guardar la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la República que el pueblo me ha conferido”, dijo AMLO al recibir la banda presidencial del saliente Enrique Peña Nieto.

La escena remonta a 1999, cuando en Venezuela un nuevo mesías llamado Hugo Chávez prometía que el Palacio de Miraflores iba a convertirse en una universidad, o que La Casona Residencial iba a ser un refugio para niños. Nada de ello ocurrió. En la residencia presidencial terminaron viviendo su exesposa y sus hijos. Y el Palacio de Gobierno terminó siendo el Palacio del Poder y los negocios

El expresidente fallecido terminaró comprando un avión más costoso que el presidencial, con más lujo, hecho a la medida de un líder continental. Vociferaba que se acabarían las escoltas presidenciales y de ministros y funcionarios, pero al final aumentó la seguridad presidenciañ, y todos los funcionarios, hasta el de menos peso, copiaron el ejemplo del mandatario. Se multiplicaron  los gastos en seguridad personal.

Chávez, al igual que López Obrador, practicaba votos de humildad. Se decía que también practicaba la modestia cuando era todo lo contrario: lucía como un magnate poderoso que todo lo posee, reseñó el diario español Al Navío.

Su proyecto no termina de perfilarse, pero lo que tiene ya forma plena es la épica de los símbolos”, escribe en El País de Madrid, Jesús Silva-Herzog Márquez, analista político y profesor del Tecnológico de Monterrey al referirse al nuevo mandatario mexicano.

El profesor analista destaca las coincidencias con Hugo Chávez. Para quienes han vivido y sufrido de cerca el caso Venezuela, Andrés Manuel López Obrador se asoma cargado con las armas de la misma retórica, los mismos gestos, los mismos proyectos salvíficos del profeta nacional, gran manipulador de la historia y las masas.

Chávez destruyó un país, la riqueza y la institucionalidad. El chavismo destruyó toda una sociedad e introdujo los peores elementos, los más perversos, de la corrupción, cuando el discurso primero era el de acabar con ella, conjurarla, antes que se comiera a la patria de Bolívar.

Los analistas escuchan a López Obrador y el eco que les trae a Chávez. Silva-Herzog señala que el presidente electo de México “ha abierto ya cuatro fuentes de desconfianza. La primera es con la burocracia a la que pretende purgar con una ruda disminución de salarios. La segunda es con los inversionistas a los que espanta cotidianamente con señales contradictorias y decisiones contraproducentes. La tercera es con quienes imaginaban que su Gobierno sería un aliado en la lucha contra la impunidad y la corrupción, con aquellos que confiaron en que los militares regresarían finalmente a los cuarteles. La cuarta reside en los poderes locales que ven con temor los afanes centralizadores”.

Todo se explica. Lo señala el analista: “Si hizo una campaña para tranquilizar a sus críticos, se ha dedicado a festejar su victoria inquietándolos de nuevo. En nombre de la austeridad, se dispone a sacudir la Administración pública y a deshacerse de los técnicos a los que considera cómplices de la desgracia nacional. No ha ofrecido certidumbre. Ha sugerido, además, que el país debe tragarse la pillería del pasado reciente para conservar la estabilidad. México, en su opinión, no resistiría la osadía de la ley. Hay que perdonarlo todo y mirar hacia delante. Nada de esto niega que López Obrador asumirá el poder con una enorme popularidad. Sigue teniendo el respaldo de millones que sienten su victoria como propia, como una seña de inclusión, como una restitución histórica”.

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