El diario plural del Zulia

Yelena Maciel: “No soy la misma niña que era fácil de engañar”

La pantalla chica venezolana ha sido testigo de los éxitos alcanzados por Yelena Maciel durante su transición de niña a mujer.

La jovencita merideña de grandes ojos verdes y rostro angelical que llegó a Caracas hace varios años con la firme convicción de perseguir sus sueños, hoy se encuentra en la cima del éxito gracias a su primer protagónico en la próxima telenovela de Radio Caracas Televisión (Rctv) Internacional, Corazón traicionado.

Algunos la recuerdan por su primera aparición en la telenovela Trapos íntimos (2002), otros por su polémica relación con el también actor Jonathan Montenegro. Lo cierto es que hoy regresa convertida en toda una mujer mucho más madura, dispuesta a comerse el mundo y a conquistar los corazones venezolanos con su nuevo personaje: Lorena García.

Durante una larga jornada de grabación, Yelena apartó unos minutos para conversar vía telefónica con Versión Final. Con tono amable, pausado y muy segura de sus respuestas, la actriz de 27 años se dispuso a compartir los detalles de su nuevo proyecto. Sin tapujos, no se limitó al responder sobre su vida sentimental y dejó claro que si algo le sobra, es la nobleza del andino y la aguerrida personalidad de la mujer venezolana.

—¿Considera haber entrado por la puerta grande en su primera protagonización?

—Estoy inmensamente feliz. No solo por mi primera protagonización, sino porque se trata de mi regreso a Radio Caracas Televisión (Rctv). Ese es el hogar donde nací, donde hacía mis tareas y tengo grandes amigos desde los 13 años.

—¿Qué significa trabajar para la pluma de Martín Hahns?

—Siempre es un reto, además de un gran regalo. Me siento muy comprometida y siempre trato de estar a la altura de lo que él escribe. Me parece algo maravilloso, soy una de sus grandes admiradoras. Es un regalo de la vida y lo estoy disfrutando al máximo.

—¿Cuál ha sido el mayor reto que le ha tocado enfrentar en este protagónico?

—Yo soy madre y mi personaje también lo es. Quizá despegarme un poco de esa fibra que uno desarrolla cuando está involucrado en ese rol, tratar de que no me afecten las cosas difíciles por las que atraviesa mi personaje. A veces hay parlamentos de Lorena García que inevitablemente me afectan. Cuando se es madre somos más sensibles ante cualquier cosa que le suceda a otra mujer.

—¿Teme a las comparaciones con su compañera, Norkis Batista?

—Al contrario, ella es una mujer a quien admiro muchísimo. Me siento bendecida al estar rodeada por un elenco maravilloso. Comparto escenas a diario con Aroldo Betancourt, Gonzalo Velutini, Caridad Canelón y muchos talentos jóvenes. Son personas de quienes he aprendido una infinidad de cosas buenas.

—¿Qué tal la química con Cristóbal Lander?

—Súper linda. Desde mucho antes de iniciar el proceso de grabar, hubo muchísima química. Es un ser humano maravilloso, tenemos el mismo sentido del humor y todo ha fluido bien. Nosotros disfrutamos mucho el trabajo.

—¿Alguna vez se ha sentido con el corazón traicionado?

—Si, (risas). Yo creo que todos hemos tenido traiciones. No solo a nivel de parejas, sino de amigos y familiares. Todos cometemos errores y, a veces no hacemos lo que las personas esperan. Yo sí me he sentido con mi corazón traicionado en algún momento y creo que eso nos ayuda a crecer, a ser más fuertes y a aprender de esas experiencias.

—En la trama de esta historia es capaz de hacer cualquier cosa por su hija, ¿en la vida real también?

—Totalmente. Esa fue una de las primeras cosas que comentaba con Martin Hanhs cuando comencé el proyecto. Yo le decía que el ser madre es algo muy instintivo, muy animal. Cuando se trata de nuestros hijos el raciocinio no cabe mucho. Si hay que tomar decisiones por el bienestar de ellos, somos capaces de hacer cualquier cosa. Mi hija es mi vida y mi motor. El gran amor de mi vida.

—Usted tuvo la valentía de asumir el rol de padre y madre a la vez con su pequeña de tres años, ¿lo volvería a hacer?

—Lo he tenido que hacer, aunque en ningún momento le he negado a mi hija que tiene a su padre. Tampoco pretendo ocupar ese lugar. Nosotros llegamos a un acuerdo por las vías legales y Jonathan Montenegro está en todo su derecho de ver a nuestra hija. Quizá por circunstancias de la vida y cosas que prefiero no nombrar, existe bastante separación. No quiero prohibir ni forzar esa relación. Es algo que le pertenece a ellos.

—¿Considera que esa experiencia la hizo crecer personal y espiritualmente?

—La experiencia que viví fue muy dura. Todo el proceso que vino luego fue muy duro. Nunca imaginé verme inmersa en procesos legales porque siempre fui una persona muy conciliadora. Me tocó tener que defenderme y defender a mi hija de circunstancias que se dieron. Lo que me queda es aprendizaje, fortaleza, perdón, crecimiento personal y madurez. No soy la misma niña que era fácil de engañar. Ahora soy una mujer que sabe que existe el lado oscuro y como manejarlo.

—¿Tiene su corazón abierto a una nueva relación?

—Si, ¡por supuesto! Tengo 27 años y una hija que quiero que crea en el amor. Que ella sepa que las mujeres merecemos vivir una relación sana y ser tratadas como unas princesas. Estoy dispuesta a encontrar esa persona con quien pueda tener una relación sana, feliz y si Dios quiere, que sea para el resto de la vida.

—¿Todavía no se le ha presentado esa persona?

—No. He conocido gente maravillosa, tengo muchos amigos nuevos y me he abierto a seguir conociendo personas. Pero digamos que sigo conociendo.

—¿Aún queda algo de la niña andina que llegó a Caracas en busca de un sueño?

—¡Claro! El hecho de que crezca, madure y sea más precavida no quiere decir que pierda mi esencia. No puedo permitir que nadie me robe lo que soy. Sigo siendo esa muchacha de Mérida que cree en la bondad y la felicidad.

—¿Se ha planteado la posibilidad de trabajar en otro país?

—Si, sería una hipocresía negarlo. Tengo el ojo puesto en México. Además es una de mis grandes metas desde que decidí dedicarme a esta profesión, mucho antes de la crisis del país. Cualquier actor busca internacionalizarse.

 

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