El diario plural del Zulia

Revista Clímax: "Las notas oscuras de Wuilly Arteaga"

Wuilly Arteaga resaltó algo más que otras figuras emblemáticas durante las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro

La imagen difundida en las redes sociales de un joven semidesnudo tocando el cuatro entre guardias, ballenas y gas lacrimógeno fue epifanía e inspiración para Wuilly Arteaga, reseña la  Revista Clímax en un reportaje especial sobre la vida del músico, que encabezó las protestas antigubernamentales.

El detonante para arrancar su lucha armado con un violín. A mediados de abril, el menudo músico valenciano de 23 años no fallaba en ninguna de las manifestaciones en contra del gobierno de Nicolás Maduro.

Wuilly avanzaba, de pronto, sobre las aguas de indignados y envuelto en armonías de justicia con paso mesiánico. Ejecutaba pajarillos y almas llaneras, cercano y risueño con los presentes, y siempre muy solícito para opinar ante el teléfono de cualquier marchante en el epicentro del huracán. Así, entre un impromptu y otro, robó el corazón de quienes lo veían.

Cada evento en detalle quedó inmortalizado gracias a las comunicaciones inteligentes y al registro de un grueso cuerpo de periodistas que logró cubrir gran parte de los acontecimientos. Por supuesto, el 2.0 hizo lo suyo, las entradas del intérprete se compartieron, arrancaron lágrimas y gritos vía Internet.

El muchacho se entronizó como uno de los símbolos de la protesta pacífica. Pero fue más allá, se arrogó las atenciones de quienes, fuera y dentro del país, conversaban de las marchas, sorprendió a todos con su protesta inusual, su adiestramiento en las notas do, re, mi, fa; se expuso, despuntó, y conmovió con su candor.

El 24 de mayo de 2017 un guardia nacional le revienta las cuerdas del violín. Llora a mocos y Venezuela con él. “Aunque entiendo su rabia e impotencia, también sé que cualquier músico, incluso él, sabe que solo le arrancaron el puente del violín y que era algo totalmente recuperable”, siembra el aguijón un miembro del Sistema Nacional de Orquestas.

Las redes lograron en un par de horas lo que no hubiera logrado un arcaico teletón de caridad: generosidad hecha violines, y una gran borrachera de simpatía y compasión.

De la Iglesia cristiana a La magia de Pegaso

Wuilly se crió en una familia con una fuerte convicción evangélica en Valencia, estado Carabobo. Es el mayor de tres hermanos. Sus padres llevaban la conserjería de la iglesia en el barrio Máximo Romero y allí vivían todos. Los padres entendieron, entre salmos, apocalipsis y profecías, que el fin de los tiempos estaba por llegar.

“Nos sacaron de la primaria, cuando yo tenía como ocho años porque creían que el mundo se iba a acabar”, cuenta Humberto Arteaga, el hermano menor. Trascurrieron otros ocho años sin educación formal para ninguno de los chiquillos. “De pequeños soñábamos con ser dueños de una camioneta por puesto. Jugábamos a chofer y colector y pasábamos horas en eso. Era un juego serio. También jugábamos a que yo era el pastor y cantábamos y fue así como terminamos cantando en la iglesia”, cuenta sus retozos infantiles.

Y llegó el día en el que se dieron cuenta de que no se había acabado el mundo, de que podían trabajar como costureros —cumplían con unas labores de corte y costura por encargo— o como Wuilly en un cyber, y estar obsesionados con la música. “Veíamos unas comiquitas de Barbie siempre. Nos encantaba”.

Magnetizados con la princesa rosada y hechizados con el influjo de La magia de Pegaso, El castillo de diamantes, Las doce princesas bailarinas y Rapunzel —películas de su imaginario de entonces— comenzaron a seguirle la pista a las bandas sonoras y llegaron a Tchaikovsky y a Beethoven. “Por supuesto que todo el que nos conocía nos miraba raro, pero para nosotros era lo más hermoso que habíamos escuchado”, sigue Humberto.

 

El Sistema

Barbie y la hiperconectividad guían a Wuilly hasta El Sistema de Orquestas, obra titánica del maestro José Antonio Abreu. Sus progenitores le compran su primer violín. Humberto recuerda las peleas en la casa por el uso incesante del instrumento. “Porque empezó a estudiarlo viendo tutoriales en Youtube y, sobre todo, observando, copiando, pero no paraba y estábamos todos muy atormentados”.

Sus pinitos los dio en la Orquesta Juvenil B de Carabobo. Luego en el valle capitalino acude a una audición y queda en la Juvenil de Caracas, bajo la dirección de Dietrich Paredes. En 2014, se va de gira a Europa. El Pegaso de Barbie se lo lleva a tocar con el mundialmente reputado Sistema.

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