El diario plural del Zulia

Rafael Amaya revela que se le hace difícil lidiar con la fama

Como su personaje Aurelio Casillas en El señor de los cielos, Rafael Amaya no ha podido ser más violento, despiadado y atormentado en la pantalla chica. Y por un tiempo, hasta el mismo Amaya también sufrió por lo que Casilla le trajo a su vida real: desgaste físico y emocional, el lado oscuro de la fama, malas compañías, muchas fiestas. “No hay manual que te dice cómo lidiar con la fama, como lidiar con los ratings, la adulación, cómo hacerle”, confiesa el actor mexicano de 40 años en exclusiva a People en la revista de agosto, a la venta ya.

Harto y cansado, Amaya hizo un paréntesis en su vida laboral tras la grabación de la cuarta temporada de la serie de Telemundo y se fue de México a Los Ángeles, donde se reecontró consigo mismo. “Con las personas que uno se junta influye mucho. Los que dicen que son tus amigos por alguna razón u otra te hacen creer que eres una persona que no eres. En realidad ellos te convierten en la persona que ellos quieren ver —o lo que vieron en la televisión— y te quieren ver así cuando en realidad eres otra persona. No eres tú mismo porque tienes miedo a perder ese cariño, esa popularidad, esa aceptación”, admite hoy un centrado Amaya.

Y agrega: “El tiempo de Dios es perfecto, por algo tenía que pasar la primera, segunda, tercera temporada y que llegara todo de un golpe y luego después como dar un paso atrás y regresar otra vez en familia, mis amigos y decir: ‘OK, ahora sí vamos a trabajar de verdad, sacar esto adelante y bien'”.

Ese es su plan para la quinta temporada de la serie que ya está al aire. “Tengo una responsabilidad [con] la empresa, mucha gente, de llegar no enfermo al set”, dice de cuidarse el actor, quien regresó a la pantalla chica como nunca tras buscar un entrenador y practicar boxeo. “Si llego enfermo son dos unidades, 300 personas, 300 familias, y piensas en esa responsabilidad que tienes de sacar adelante un proyecto, el compromiso que tengo con la empresa, la que me dio la oportunidad, la que me abrió las puertas”.

Amaya también está dándole todo a su propio negocio, Rafael Amaya Western Style —en su página rafaelamayaoficial.com— donde vende su propia línea de botas, joyería y ropa. “Regresé a mi centro, a mi esencia, a lo que soy, a mi familia, a las buenas compañías, a los que me quisieron antes de Aurelio”, asegura, agregando que sí se siente bendecido porque ese rol llegó a vida actoral. “Me tomó 16 años llegar a este personaje. Sé lo que es tener hambre, lo que es no tener para pagar la renta; vengo de una familia pobre, de muy bajos recursos y gracias a este personaje he podido ayudarlos”.

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