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El Zulia celebra el aniversario del tesoro cultural de Maracaibo: El Teatro Baralt

En la esquina de la Avenida 5 con Calle 95, en el centro de la ciudad, Maracaibo conoció el teatro, el cine, la música y el arte en general. De este encuentro han transcurrido exactamente 133 años, pues fue el 24 de julio de 1883 cuando se inauguró oficialmente el primer lugar para la cultura de la ciudad: el Teatro Baralt.

Este edificio por el que muchos marabinos transitan diariamente en su camino al trabajo, a la universidad o entre diligencias, alberga más historia zuliana que el propio Puente General Rafael Urdaneta, apenas inaugurado hace 54 años.

Su historia es extensa y complicada, pues ha sufrido múltiples reconstrucciones desde que el edificio era solo un solar donde los integrantes de la Sociedad Empresaria del Teatro se reunía para hacer arte en el siglo XIV. Sin embargo, es su biografía la que lo hace una joya para la cultura zuliana. “Debido a su fuerte conexión con la historia de la ciudad, el Baralt es hoy la restauración más importante de Venezuela”, afirmó en 1989 Pablo Salas, arquitecto de la última reconstrucción del teatro a una periodista de una revista estadounidense.

Luego de 27 años sus palabras siguen vigentes, porque el Teatro Baralt representa uno de los íconos de la cultura esencial marabina; tanto como la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, la gaita, los cepillados o el puente sobre el lago, que representan nuestro gentilicio.

Retos para el futuro

Jeanette Rincón, actual presidenta de la Fundación Teatro Baralt (Fundabaralt), no piensa en el aniversario 133 del teatro sino en el 134 y el 135. Con apenas siete meses en la presidencia, sus planes para mejorar el teatro se definen, en sus palabras, en cuatro verbos: “Pulir, revalidar, exhibir y rentabilizar (...) Necesitamos mejorar las condiciones de infraestructura (pulir), llevar los valores del teatro a las escuelas (revalorar), presentar una programación que nos represente como zulianos (exhibir) y encontrar nuevas formas de percibir ingresos para la evolución del Baralt (rentabilizar)”.

Según Rincón, el teatro actualmente no recibe recursos ni del Estado ni del gobierno zuliano; su única fuente de ingresos proviene del alquiler de sus espacios para eventos. Entre las propuestas para el año que viene, la presidenta planea abrir el estacionamiento para el uso privado de los marabinos, vayan o no a algún espectáculo. Además, esperan poder reactivar el Café Baralt, ubicado frente al teatro, el cual no trabaja en su máxima capacidad actualmente.

El cielo del teatro

El techo del teatro lo cubre un rompecabezas. Es la obra más importante del pintor zuliano Antonio Angulo: un plafón de 540 metros cuadrados. Según el libro El Teatro Baralt y la Ciudad, publicado en 1998 por el historiador Ángel Lombardi, fue necesario contratar acróbatas de circo para ayudar a montar las láminas que se pintaban al fresco. El pintor guardaba la pinturas azules, verdes y beiges en envases de barro cocido mezclados con plátano verde. Según Angulo, era una técnica para que la pintura “pudiera quedarse eternamente”.

Máscara

Justo detrás de la fachada se esconde un cara con forma de rostro. Se dice que esta misteriosa gura representa al ingeniero belga León Jerónimo Hoet, encargado de la remodelación del edificio en 1932, y fue esculpida por los obreros de entonces como una travesura en rebeldía al estricto régimen del ingeniero.

Butacas

Con el propósito de adaptar el teatro al cuerpo zuliano, las butacas del Baralt son cinco centímetros más grandes que el promedio de butacas de todos los teatros del mundo.

 

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