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El millonario Maezawa, nuevo mecenas japonés del arte contemporáneo

Con el anuncio por Instagram de la compra de un cuadro de Jean-Michel Basquiat por la friolera suma de 110,5 millones de dólares, el millonario japonés Yusaku Maezawa se ha convertido en un mecenas del siglo XXI.

Este fundador de varias empresas de comercio electrónico recuerda a aquellos japoneses que, en la época de la burbuja inmobiliaria de los años 1980, adquirían obras impresionistas por sumas astronómicas como lo hacían con sus inversiones inmobiliarias y en empresas.

Él asegura que es un "simple coleccionista" que sigue su intuición sin asesorarse con especialistas del mercado del arte. "Sólo compro lo que me parece bonito. Eso es todo. Me gustan las grandes obras y la historia que contienen, pero tenerlas no es un fin en sí mismo", declara en una entrevista concedida por correo electrónico a la AFP.

En vez de quedarse en casa con esta obra sin título (1,83 metros por 1,73 metros) del pintor neoyorkino fallecido de sobredosis en 1988, cuando tenía 27 años, tiene previsto prestarla a galerías del mundo entero.

"Espero que les dé tanta alegría a los demás como a mí y que esta obra maestra del joven Basquiat, de entonces 21 años, inspire a las generaciones futuras. Quiero prestar a instituciones y exposiciones del mundo esta obra que el público no ve desde hace más de 30 años", afirma.

- Nacimiento de un museo -

Este empresario de 41 años, que en su juventud soñaba con ser roquero, es propietario de cuadros de Pablo Picasso, Roy Lichtenstein, Andy Warhol, Alexander Calder o Jeff Koons, así como de otro de Basquiat. 

Creó una fundación destinada a apoyar la creación y a sensibilizar al público. Ahora se propone fundar un museo de arte contemporáneo en su ciudad de Chiba, al este de Tokio.

¿Sus motivaciones? Difíciles de descifrar. En el pasado otras personalidades japonesas del mercado del arte compraban por pura inversión o como símbolo de éxito social, cuando no por arrogancia.

El magnate Ryoei Saito compró el "Retrato del Doctor Gachet" de Vincent Van Gogh por 82,5 millones de dólares en Nueva York en 1990 y el "Baile en el molino de la Galette" de Auguste Renoir por 78,1 millones. Levantó ampollas anunciando que ordenaría que colocaran los cuadros en su ataúd para que fuesen incinerados con su cuerpo. Más tarde se retractó. Él falleció en 1996 y las obras sobrevivieron.

"Muchos japoneses se precipitaban para invertir en pintura durante la burbuja económica", recuerda Shinji Hasada, de la casa de subastas Shinwa Art Auction. Los datos de los servicios de aduana muestran importaciones de obras de arte estimadas en 246 millones de dólares en 1985, una cifra que subió a 3.400 millones en 1990. Ahora el mercado del arte en Japón no es la sombra de lo que fue, asegura Hasada.

- Influencia en los jóvenes -

Otros apasionados han impulsado el mundo del arte en Japón. Como Soichiro Fukutake, quien cuando presidía el proveedor de servicios educativos Benesse transformó la pequeña isla de Naoshima en un remanso de arte con la complicidad de su amigo arquitecto Tadao Ando.

Dos décadas más tarde, Hasada considera a Yusaku Maezawa como el nuevo protector de las artes. "Todas los periodos de la Historia han tenido mecenas y él es el que esperábamos", afirma.

"Para los jóvenes como yo", declara a la AFP Yukimasa Ida, de 27 años, "él es un coleccionista de un tipo prácticamente nunca visto en Japón (...) por la forma en la que revela e influye en jóvenes artistas".

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