El diario plural del Zulia

Artistas de Estambul intentan sobrevivir en una Turquía convulsionada

Los artistas de Estambul intentan sobrevivir sin ceder al pesimismo a pesar de los atentados, los ataques a la libertad de expresión y las purgas masivas consecutivas al fallido de golpe de Estado que han estremecido Turquía en los últimos meses.

La ciudad, que a principios de esta década estaba considerada un centro del arte contemporáneo "ya no es un lugar de ensueño y estamos aislados", dice a la AFP Vasif Kortun, director del Salt, un centro privado de arte inaugurado en 2012 en el barrio de Gálata.

"Antes, al menos una vez al mes, venían a verme curadores o artistas extranjeros, pero este año no he visto a casi nadie", explica una artista de Estambul, preocupada por las dificultades de los jóvenes creadores turcos para darse a conocer en el extranjero.

Los atentados, la reanudación de guerra contra los kurdos y el endurecimiento del régimen del islamoconservador Recep Tayyip Erdogan están teniendo consecuencias en el mundo del arte.

"Es un país donde cada vez es más difícil vivir, sobre todo en el mundo del arte, que necesita libertad de expresión", explica Kortun, que también dirigió un museo en Nueva York y lleva años poniendo en contacto a artistas turcos y extranjeros.

El centro Salt, con un cine, una mediateca y varios talleres, es una "bocana de oxígeno", según varios estudiantes que acuden a él y que lamentan el aumento de la intolerancia en el país, sobre todo de los partidarios del poder.

Sin embargo tanto Vasif Kortun como los artistas consultados por la AFP rechazan el intento de golpe contra Erdogan del 15 de julio. "No quiero ver nunca más un putsch en este país", dice rotunda Pinar Ögrenci, una artista visual y escritora que ya vivió las consecuencias "peligrosas y nocivas" del golpe de Estado de 1980.

Vasif Kortun también denuncia el "peligro" que supone el movimiento de Fethullah Gülen, el predicador en exilio acusado por el gobierno de haber organizado el golpe.

- Presiones de las autoridades -

La guerra contra la rebelión de Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PEKK) que se reanudó en 2015 también tiene consecuencias para los artistas.

No hace mucho un policía en civil se presentó indignado en el centro Salt para protestar contra la proyección de una película sobre los kurdos. "No está prohibido", le dijo Kortun, pero por la noche recibió una amenaza por teléfono: "Si vuelve a enseñar este tipo de cosas tendrá problemas".

En enero, más de 1.200 intelectuales y artistas firmaron una "petición por la paz" que denunciaba la violencia del ejército en sus operaciones contra los kurdos.

Fueron acusados de "traición" por el presidente Erdogan y muchos están siendo perseguidos o han perdido sus puestos de profesor. "Nuestro espacio de expresión es cada vez más pequeño", dice a la AFP una de estas artistas que no quiere identificarse.

"Pensar que de golpe todo va peor por el intento de golpe es un error, Turquía ya tenía serios problemas de libertad de expresión antes, encarcelaba a periodistas y a defensores de los derechos humanos", recuerda el dibujante Nazim Dikbas, que también ha traducido Orhan Pamuk en inglés y a Vladimir Nabokov en turco.

En Turquía el estado financia muy poco el arte contemporáneo y el director del Salt se plantea ahora convertir el centro en un "monasterio", un lugar para desarrollar nuevas ideas lejos del entorno hostil.

Nazim Dikbas es menos pesimistas y prefiere seguir la lucha.

"No nos quejemos, ¡creemos!", pide el dibujante, y asegura que incluso las obras de arte que parecen no tener "una relación directa con los que estamos viviendo (...) aportarán algo positivo en lugar del miedo, el estancamiento y la división".

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