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Huelgas y protestas siguen empañando acontecimientos deportivos en Brasil

Se presenciaron deficiencias en el servicio de metro durante todo el día, en medio del inicio de la Copa América. Aún así expertos de la Conmebol aseguran que será la mejor edición de la historia

Paros parciales en los transportes, bloqueos de carreteras y protestas marcaron el viernes el inicio de una jornada de huelga contra la reforma de las jubilaciones en Brasil, a pocas horas de que la Copa América-2019 comience a rodar en la ciudad de Sao Paulo.

Reportes sindicales señalaron también paralizaciones en los sectores de petroleros, bancarios y correos de varios estados, así como de estudiantes y profesores movilizados contra los bloqueos de presupuestos a las universidades que el mes pasado dieron lugar a dos protestas masivas.

Según un primer balance de las centrales sindicales divulgado al mediodía (en torno a las 15:00, hora GMT), unos 45 millones de trabajadores adhirieron a la huelga en 300 ciudades de casi todos los estados. El portal de información G1 cifró en 84 las ciudades de 21 estados donde se habían señalado protestas hasta las 10:00 PM (Hora de Brasil)

En Sao Paulo (donde por la noche se inaugurará la Copa América-2019 en el estadio Morumbí con la presencia del presidente Jair Bolsonarouna línea de metro se hallaba totalmente paralizada y otras tres operaban parcialmente, según datos de la compañía pública. Solo las líneas cuatro, que llega al Morumbí, y la cinco, ambas de gestión privada, funcionaban normalmente.

Los autobuses municipales operaban con toda su flota, de acuerdo a la alcaldía de la mayor ciudad de Sudamérica, así como los trenes. Pese a todo, en algunas estaciones se registraron aglomeraciones y retrasos que afectaron a parte de los más de 20 millones de habitantes que viven en la gran Sao Paulo.

"O para todo, o no se para nada. Parar solo a la mitad es una payasada. Quienes salimos perjudicados somos nosotros, los trabajadores", se quejó ante la AFPTV la usuaria Vanilda Souza Vieira.

En otras capitales como Salvador de Bahía solo funcionaba el metro, en tanto que en Brasilia, Porto Alegre o Recife se señalaban paros parciales. En Belo Horizonte, el metro permanecía cerrado, reportaron los medios locales.

La mañana arrancó, además, con bloqueos de manifestantes en algunos puntos de tráfico de varios estados como Río de Janeiro, donde la policía llegó a usar bombas lacrimógenas y de ruido para dispersar las protestas, según el sitio de información G1.

Por la tarde, los gremios convocaron a marchas en las principales ciudades del país.

Altas expectativas

Los sindicatos mantuvieron la convocatoria a una huelga general contra la reforma de las jubilaciones de Bolsonaro, pese a que el proyecto que llegó al Congreso el jueves tuvo recortadas algunas de sus aristas más polémicas.

Esas modificaciones "no cambian nada", dijo a la AFP a través de su asesoría de prensa el presidente de la Central Única de los Trabajadores (CUT), Vagner Freitas, en la víspera del paro.

"La CUT no concuerda con la narrativa de que las jubilaciones sean el principal problema económico de Brasil. El problema de Brasil es que no hay un proyecto de política económica", indicó.

A primeras horas del viernes, Freitas consideró que la huelga había arrancado con éxito, en declaraciones a la radio de la CUT.

Promesa de campaña

La reforma de las jubilaciones es una promesa con la que el ultraderechista Bolsonaro ganó el apoyo de los mercados durante su campaña electoral. El ministro de Economía, Paulo Guedes, la define como la llave maestra para reducir el déficit público.

El proyecto inicial contemplaba un ahorro de casi 1,2 billones de reales en 10 años(más de 300.000 millones de dólares al cambio actual).

Pero las medidas para conseguirlo generan resistencias entre los legisladores, que deben aprobarlo por una mayoría de tres quintos para que entre en vigor.

A fin de hacerlo más digerible, el relator del proyecto retiró algunos puntos, como el que preveía transformar el régimen actual, de reparto, en una jubilación por capitalización individual.

También excluyó medidas que afectaban las pensiones para ancianos indigentes y a los trabajadores rurales que gozan de beneficios aunque no hayan cotizado.

El ahorro quedaría así reducido a 913.400 millones de reales, aunque la suma inicial prácticamente se recompondría con traspasos procedentes de contribuciones sociales pagadas por empresas.

Para la oposición al presidente ultraderechista, esas modificaciones fueron resultado de la presión social.

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