El diario plural del Zulia

Un valor que transforma paradigmas societarios

Soy Ciudadano visibiliza a las personas que están ejerciendo una verdadera participación ciudadana en Maracaibo

En Maracaibo germina un espíritu de lucha que propugna un cambio de mentalidad:— Cuando tenía 19 años, despertó en mí la preocupación al ver el desastre en la disposición final y el manejo de los residuos sólidos de uso doméstico en mi ciudad —revela, alarmado, Antonio Soto.

Seguramente, eso que parece darle sentido a un propósito digno de multiplicar sea un aliciente no muy común en la juventud de ahora; o puede que tampoco lo haya sido —a gran escala— en generaciones del pasado.

—Realmente jamás me había considerado líder o ecologista, porque serlo va más allá: tanto en la ecología que practicamos y accionamos en casa, como la ecología interna.

Un estilo de vida

Formado a la usanza de su abuelo León Urribarrí, en una hacienda de su patrimonio en el municipio Baralt, rememora con sentimiento el origen de su querencia por la flora y la fauna. Es allí, justamente, cuando los recuerdos invaden la memoria para justificar un carácter “rebelde” que comulga con la proactividad y el activismo social.

Al compilar los atributos de este joven zuliano, estudiante universitario de Relaciones Públicas, surge una arista que luce como asignatura pendiente en la sociedad marabina al cuestionarse desde la acción ciudadana, ¿qué estamos haciendo para que cambie la realidad que vivimos?

A Antonio, una mamá educadora le inculcó un valor moral y ciudadano resumido en un consejo, que recuerda con afán desde su paso por el colegio: “Antonio, cuando vayas a desayunar, debes darle de comer a la papelera”, frase que repite y a la que rinde tributo, cual epitafio que circunscribe una obra de arte.

Los desaciertos en materia de planificación urbana implica adentrarnos en la óptica científica de Ramona Suárez, antropóloga de la Universidad del Zulia, quien los dilucida como los principales causantes del decaimiento de los valores ciudadanos.

Para la especialista, generar el empoderamiento de la ciudadanía, como parte integrante de la organización territorial, es de gran importancia para promover la “dinamización” de las políticas ambientales.

¿Existe en Venezuela alguna organización que se dedique a educar al ciudadano para poder disminuir los altos niveles de contaminación?— cuestiona Antonio Soto, con poca esperanza ante la escasez del recurso humano enfocado en cambiar el paradigma sobre la recuperación de los espacios, contaminados, deforestados e incluso envenenados por la mano del hombre.

Así comenzó a gestarse en él la búsqueda de una transformación social genuina, que convoca al interés general en pro del buen vivir, donde, a todas luces, debe mediar la formación hogareña para paliar la proliferación de desechos que emanan de los urbanismos de la ciudad. Su iniciativa comienza desde su entorno más inmediato, la urbanización Ciudadela Faría, de la parroquia Idelfonso Vásquez.

Proyecto Piloto

En ese tenor, el menor de cinco hermanos comienza el peregrinaje por “salvar” el ecosistema regional con la promoción del envío de los residuos sólidos de uso doméstico a reciclaje, obteniendo fondos de esta práctica que le permiten plantar árboles en zonas con sistema de riego, para garantizar su crecimiento.

Soñando despierto, transforma la adversidad en oportunidad de cambio, materializando aquel viejo adagio: “Lo que siembras es lo que cosechas” y, en homenaje a su mentora, nace en 2012 la Organización No Gubernamental (ONG) La papelera tiene hambre.

Constituida como una fundación sin fines de lucro, en sus primeros cinco años, “La papelera” ha logrado capitalizar un perfil ecológico en los habitantes del sector. “Vecino sustentable”, “Orillas limpias” y “Educar es la tarea”, son los principales proyectos de ejecución que incentiva el reciclaje ciudadano para la obtención de material sustentable.

Soñando a gran escala

—Medir el alcance de esta iniciativa zuliana escapa del área local, siendo galardonada su labor con el premio Go Forth como mejor proyecto en Latinoamérica de Levi’s tops and Bottoms Internacional 2012, donde se dejó en alto a Venezuela—se sorprende al reseñar la hazaña, en tanto que destaca que en Brasil querían adoptar el proyecto.

En relación con el éxito que ha propagado el movimiento, no hay lugar para no ser profeta en suelo patrio. Antonio asevera que la idea también ha calado en distintas regiones del país.

Creación de bosques urbanos

Con una realidad palpable en hechos tangibles, La papelera tiene hambre demuestra con orgullo los primeros bosques urbanos en Ciudadela Faría como fruto de la inversión del reciclaje, con el cual garantizan el crecimiento de más de 100 especies de árboles autóctonos, destacando la presencia del Caoba, el Araguaney, Sibucara (especie en extinción), El Cedro y La Ceiba.

Más de mil kilogramos de plástico recolectado representa la garantía de vida de este paraíso en la zona norte, que con vigor y un verdor suntuoso proyecta la credibilidad de esta participación ciudadana.

Debemos adoptar la amplitud del concepto de participación ciudadana; una que propugna las acciones sociales de calibre que generan el cambio de mentalidad que rompe con los paradigmas societarios y genera una contribución valiosa al colectivo.

Ciudadanos así, como Antonio Soto, nos invitan a participar desde gestas como la de salvar nuestro mejor patrimonio: el aire puro que respiramos.

En la cuenta de Instagram @lapapelerath promueve que “el lugar más limpio no es el que más se barre, sino el que menos se ensucia”.

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