El diario plural del Zulia

Trochas, opción poco viable para zulianos

Desde un terminal situado en la Troncal del Caribe, parroquia Idelfonso Vásquez, parten a diario carros por puesto o “chirrincheras” que llegan a Maicao, departamento de La Guajira colombiana, aunque la frontera está cerrada desde 2015. Pasan por ahí colombianos y zulianos a toda hora. Sin embargo, por más que piense esa opción, José Alvarado, del consorcio empresarial colombo-venezolano, no lo ve viable.

“Es un riesgo muy alto”, opina. Tiene inversiones en el país vecino, pero desde hace dos años no viaja por la travesía que se vive para llegar a Colombia desde Maracaibo, pues no hay vuelos directos. Muchos deben viajar al centro de Venezuela para tomar conexiones que lo lleven a su destino. La alta demanda de colombianos que residen en Zulia —casi un millón— es una de las razones.

Se ven muchas personas cargando maletas y paquetes grandes en ese terminal. Llevan ropas, alimentos y demás. Hay mucho vallenato, folclore de ese país. Los costos de los pasajes son nada comparados con un boleto internacional, que tiene un valor de 250 mil bolívares desde Valencia a Barranquilla o Medellín. Por lo general, un chofer de “chirrincheras” puede devengar en cada jornada cinco veces el salario mínimo. Pero las ganancias son proporcionalmente tan altas como los peligros que se encuentran en las trochas.

José Alvarado no está dispuesto a viajar de esa manera. No ha escuchado historias de asaltos ni persecuciones, no ha oído de asesinatos en medio de esos caminos cundidos de monte, arena y piedras, tampoco de funcionarios militares que cobran hasta 30 mil bolívares para pasar al otro lado, pero Eugenia Sánchez sí.

Ella nació en Maracaibo y desde 2012 vive en Valledupar, capital del departamento del Cesar. Trabaja allí. Viaja a menudo por tierra hasta Carrasquero, donde reside su familia. La última vez fue en mayo y pasó trabajo en el camino. “Siempre llevo más de tres mil bolívares en efectivo disponibles para pagar en cada punto donde hay habitantes de la zona pidiendo dinero”.

Esos tres mil no se suman en las cuentas iniciales de los pasajes, la comida y agua —en boletos se gasta entre cinco y diez mil bolívares—. Ludwig Brabley, de la agencia de viajes Mónaco, está consciente de esas situaciones, aunque advierte que los colombianos que viven en Zulia sí se arriesgan porque conocen esos caminos.

Carolina Méndez vive en Maracaibo. Cada dos sábados paga un taxi hasta el terminal de la Troncal del Caribe y espera una o dos horas hasta que se ocupe el carro por puesto. Al llegar Paraguachón, se monta en una moto. Durante el trayecto, ve paisajes verdes y marrones, puestos militares y vías angostas y solitarias. No ve el día en que abran la frontera o que bajen de costo los boletos aéreos.

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