El diario plural del Zulia

Ser compasivo frente a la intolerancia

El respeto, la generosidad y el amor son las bases para la formación de este valor en los niños y adolescentes

La compasión es la virtud de ponerse en los zapatos del prójimo, de intentar sentir lo que otra persona siente, y en base a eso, ser de alguna forma una ayuda, un soporte. Con raíces en el latín “cumpassio”, que significa compadecer, muchas veces este sentimiento es confundido con la generosidad y solidaridad. “Con la compasión tú haces algo para solidarizarte con una persona.

Uno trata de buscar la manera de vivir con la persona que pasa el problema”, explica Eneida González, subdirectora de la U.E Colegio Gonzaga y educadora por más de 22 años. A su vez, Yadibeth Delgado, comunicadora social especialista en los valores ciudadanos y la integración familiar y locutora del programa Para padres e hijos, agrega que se trata de tener idea de lo que la otra persona esté sintiendo y tratar de ayudarla en la medida de las posibilidades.

No confundir con lástima

 

A menudo, se compara este valor con sentir lástima por otra persona, sin embargo, las especialistas explican que son dos definiciones distintas.

“La compasión puede ser confundida con la lástima, pero lástima es cuando tú ves algo, te da tristeza y no haces nada”, indica la educadora. Por su parte, Delgado alega que este sentimiento no nace de la lástima. “Sentir lástima llega incluso a denigrar a las personas, la compasión es ponerse a la misma altura. Las personas que tienen lástima no sienten algo positivo”.

La comunicadora acota que la lástima arroja al sujeto a una sensación de intranquilidad vista desde un punto de vista superior. Es decir, se trata a la persona que sufre como un ser inferior. “En cambio para un ser compasió  el sujeto significa un igual que por ciertas circunstancias está viviendo una mala experiencia.

Alimentando la compasión

 

El respeto, la generosidad y el amor: estos son los tres valores que forman a un ser capaz de compadecerse, según indica González.

“Primero debes sentir respeto. Las personas merecen ser reconocidas como humanos y, por tanto, tratar de la misma forma”, señala. El amor funciona como origen de cualquiera de los valores ciudadanos, puesto que a través del amor y cuidado propio, se puede proyectar el ser bueno con las demás personas.

Intolerancia en crisis

Debido a la difícil situación del país, a menudo se ve en las calles cómo las personas “fingen demencia” ante otras que están en situación de calle o pasando por momentos difíciles.

La intolerancia y el desinterés de ayudar a otros se han levantado conforme aumenta la tensión social en el territorio nacional. Sin embargo, entre las acciones de educadores, comunicadores y fundaciones de ayuda a gente necesitada, la compasión aún está presente. “En la actualidad se está generando grandes niveles de angustia y estrés que, a su vez, provocan zozobra en la población”, asegura la docente. A su vez, agrega que dicha zozobra fomenta el egoísmo y la intolerancia.

“Entre más desesperación haya en la población, más egoísta se volverá”. La educadora hace un llamado a que en los centros educativos se trabaje este valor como impulsora de una sociedad más tolerante, en pro del crecimiento moral del país. Aplicar lo aprendido Como todo valor, la compasión debe ser enseñada desde muy temprana edad. El humano que crece sin ella termina como un ser insensible e incapaz de comprender el dolor de los otros.

La responsabilidad recae en los padres y profesores: una sociedad comienza por sus bases y ahora más que nunca este valor es fundamental para el crecimiento en conjunto. Delgado invita a todos a dar el ejemplo a los niños, este, según expresa, es el primer paso para que los jóvenes conozcan este sentimiento, necesario en tiempos grises. Por su parte, González concluye que tanto el ejemplo como la palabra son importantes para el desarrollo de este y otros valores en los más pequeños.

 

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