El diario plural del Zulia

Retiro de documentos para irse del país no cesa

Tomar la decisión es lo que más cuesta. Al menos ese es el sentir común de los que están en la cola. Todos llevan sobres manila en las manos. Se cubren del sol y solapan el calor agitando el sobre como especie de abanico.

Están en la cola para entrar al Sistema de Archivo e Información de la Universidad del Zulia (Sailuz), departamento conocido como Cedia, ubicado en el rectorado “viejo”. Desde las 6:00 la mañana empiezan a llegar porque “se hacen unas colas larguísimas”, manifiestan los presentes.

Mariana Istillarte tiene un año de haberse graduado de médico. No son muchas las opciones que ve pertinente para desarrollar su carrera en el país.

Me voy para Chile dentro de dos meses– le comenta a una de las personas que atiende en el departamento de la casa de estudios zuliana. –Los documentos internacionales se tardan hasta 15 días– le responden.

Ella necesita refrendar las notas certificadas, el pénsum de estudios, los programas y las convalidaciones que hacen los estudiantes de medicina para graduarse. Sus trámites podrían tardar hasta 20 días.

Así lo corrobora Marianela Párraga, coordinadora de Sailuz. “La tardanza de los documentos va a depender de lo que requiera el egresado. Los que más se tardan son los de la Facultad de Medicina o aquellos que requieren los programas de estudios porque van a estudiar en el país hacia donde se dirigieron”.

En el 2016 el número de egresados que acude diariamente ha incrementado. El reflejo de ello son las 150 citas diarias para apostillar que recibe el Registro Principal del estado Zulia. De las cuales unas 140 son directas y 10 son por apoderados (representantes legales que envían luego los documentos). El procedimiento antes se hacía en Caracas y desde el 15 de septiembre de 2015, se hace en la región. Chile, Ecuador, México y Argentina son los destinos más solicitados según los últimos reportes obtenidos por este rotativo.  

Mariana ya tiene sus pasajes en mano. “Si me toca irme sin mis papeles apostillados me tocará pagar a un representante legal para que me los haga”. Sus amigos la esperan en Chile. Ellos han conseguido trabajo y han logrado cosas en poco tiempo, según narra la joven de 27 años, ojos oscuros y cabellera larga. Allá quiere especializarse en oftalmología. Aunque sabe que las carreras son más costosas, está convencida que su nivel de vida será mejor.

En la misma cola, impaciente y con estrés evidente por ir a trabajar está Anthony Delgado. Se le había olvidado sacar el fondo negro y por poco pierde el turno de entrada porque solo se reparten 100 números diarios para solicitud y la misma cantidad para entrega.

“Estos trámites son burocráticos. Cómo es posible que siendo de una universidad autónoma tengamos que sacar esto aquí, luego ir hasta Caracas para refrendar. De ahí apostillar, y si no sale nada mal poder irte al país destino”, esboza.

Tiene dos hijos a los que piensa dejar con su esposa para poder “establecerse” en Argentina, luego de eso se los llevará. Es ingeniero Industrial y lo que gana no le alcanza para vivir. “Tomar la decisión es lo que más cuesta porque aquí siempre tienes a los tuyos, allá no tenemos a nadie. Somos nadie”, dice confundido. Los pensamientos de cada uno parecen lejanos, solo esperando el turno para salir de “tanto papeleo”.

Fuga

El rector de LUZ, Jorge Palencia, señaló hace dos semanas que tanto el ausentismo como la deserción dentro de la casa de estudios rondan el 30%. Asimismo, el éxodo de profesores de alta calidad ha sido de 50 académicos en menos de dos años, todo esto debido a la situación del país y al poco salario ofrecido.

Tanto Mariana como Anthony tienen su destino fijado. No quieren irse. Se sentirán extraños y aunque repiten una y otra vez que la decisión fue lo que más le costó, llegarán a buscar trabajo sin olvidarse de sus raíces. De la universidad que los vio nacer. De los conflictos internos. Los paros y las protestas. Del retardo en los transportes. No se olvidarán de LUZ.

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