El diario plural del Zulia

Reparar un calzado le alcanza al zapatero para un kilo de arroz [+Fotos]

Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Un andar que día a día desgasta la suela de los zapatos de los venezolanos, y con lo que le cuesta ponerse en unos nuevos, ya casi harán camino descalzos, de no ser por los zapateros.

Desde hace décadas, incluso cuando se podía comprar calzados nuevos, estos señores se dedican a poner tapitas, pegar y coser los zapatos de los zulianos, pues a muchos les gusta sacarle el jugo a aquellos que aunque viejitos, son los favoritos. Sin embargo, esta realidad ha cambiado mucho.

El señor José Esteban Viloria tiene 15 años reparando calzados en la avenida principal de Amparo de Maracaibo. En la sombrita de un carrito con techo de tela, el zapatero manifestó que ha visto el incremento en la necesidad de sus clientes de arreglar un calzado roto o reforzarlo para que duren unos años más, si es posible.

“Los zapatos que más me traen son los baratos, de damas y de los muchachos para el colegio, porque la gente no tiene para unos nuevos. Algunos los reparan para revenderlos”, explicó el señor Viloria, quien ha visto como se ha incrementado al menos en 50% el número de clientes desde el año pasado.zapatero8

Para estos artesanos, el negocio no es tan sencillo. No consiguen con facilidad los insumos para trabajar. “Por ejemplo, la pega la estamos comprando cara, un poquito (200 mililitros) cuesta mil bolívares y tenemos que buscarla por Colombia”, manifestó Viloria.

El costo de un trabajo mínimo debe alcanzarle al menos para un kilo de arroz, no para “ponerlo en la buena”, como creía el zapatero que canta en la gaita de Guaco.

“No puedo cobrar menos de 1500 bolívares porque un kilo de arroz te va costando de 800 a 1000 bolívares, entonces hacerlo por menos no es rentable”.

Otra realidad que refleja el trabajo de un zapatero es la reparación de bolsos, morrales y maletas. El señor José destacó que recientemente le han llevado “bastantes maletas” para que les reparen cierres, costuras rotas o detalles que han dejado los viajes y que puede que pasen por el último remiendo antes de irse de Venezuela.

Tienen mucho trabajozapatero3
Con 18 años de experiencia, el señor Antonio Gutiérrez, el único zapatero en la avenida Libertador, señaló que desde hace como cinco meses, se ha incrementado la cantidad de calzado que repara.

“Vos sabéis que todos los zapatos ahorita están demasiado caros, la gente está mandando a reparar los viejitos”, explicó Gutiérrez quien trabaja con un delantal, bajo un toldo y con una mesita que se queda pequeña para la demanda de calzados a la espera de ser reparados.

Los zapatos escolares le llegan “de cada ratico, casi todos los días”, pero con la situación “se están reparando de todos: de hombres, mujeres, niños y gomas”.

Pese a que manifestó que el hilo y la pega están carísimos, aseguró que a veces negocia con los clientes “que no tienen” para cobrarles menos de mil bolívares, que es el costo del trabajo mínimo.

Más adentro en el centro, entre los tarantines de la Plaza Baralt, el señor Jorge Molero repara todo tipo de zapatos. Señaló que se ha incrementado, “y bastante”, el número de gente que le lleva calzados.

zapatero1Tiene 36 años en esta labor de artesano, trabaja por lo menos 10 horas diarias y no lleva la cuenta de los zapatos que repara. “Me llegan gomas, zapatos de vestir, de todo tipo. También me traen bastante zapatos escolares para pintarlos y coserlos”.

El trabajo mínimo que hace es poner un par de tapitas por 500 o 600 bolívares, aunque suena muy económico, lo cierto es que a sus 68 años, le alcanza para vivir.

Los zapatos son la única herramienta que necesitan los zulianos para salir a la calle a “a buscar a Dios”, por lo que esta alternativa económica ha tomado auge recientemente cuando la inflación obliga a estirar la vida de los calzados.

Del otro lado de la historia
Las zapaterías más tradicionales de la Plaza Baralt están desérticas, incluso cuando el costo de sus calzados son los más bajos. “Estamos trabajando con una línea de media hacia abajo, no demasiado costosos porque si no se está vendiendo el económico, menos se van a vender los grandes como Kickers, Pocholín, casi a 25 o 30 mil”, indicó Miguel Monzayet, propietario de una de estas tiendas.

Detalló con ironía que las ventas están como los domingos cuando están cerrados. “A veces cerramos sin poder hacer dos o una venta al día. El porqué todo el mundo lo sabe: no hay dinero circulante en la calle y nosotros aquí en la Plaza Baralt estamos demasiado abandonados. La gente no viene por la inseguridad y la falta de vigilancia”.

Entretanto, en las vitrinas de las zapaterías en los centros comerciales, donde los calzados están a un mayor costo pero en variedad de marcas, los zulianos se acercan con recelo a buscar los zapatos que reemplazarán aquellos que por exceso de desgaste no pudieron reparar.

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