“Reciclo para llevar comida a mi casa”
Camina kilómetros para conseguir el sustento de su casa. El monóxido y el polvo empujado por el viento proveniente desde el Lago de Maracaibo le impregnan la cara, él lo ve de manera positiva porque le sirve para protegerse del sol.
Es Jesús Sulbarán, de 46 años, el hombre que recorre desde hace 15 años la avenida El Milagro hurgando entre contenedores y pipas, se sube entre montones de desechos sólidos con el propósito de conseguir aluminio, cartón y plástico. Eso le garantizará la comida diaria porque al venderlo a las procesadoras puede sumar entre 3.000 y 4.000 bolívares.
“Reciclo para sobrevivir y llevar comida a mi casa”, dice. Su motivación son sus hijas de cuatro y seis años. La mayor de ellas convulsiona y el tratamiento semanal le cuesta 12.000 bolívares.
Grisel Mercadante, presidenta de la fundación “El Zulia Recicla”, los identifica como recolectores de base.
Ni Jesús ni José Luis Urdaneta, quien tiene 20 años en el oficio, conocen el nombre y aunque son pioneros en la práctica no lo hacen con conciencia.
José Luis es soldador de profesión pero desde que lo botaron de la empresa donde trabajaba, tuvo que acumular chatarra y plástico para sustentarse. Con eso le compra comida a Magaly de Urdaneta, de 73 años, a quien no le falta el tumbarrancho nocturno respectivo con su malta.
En ocasiones, José Luis le da de la comida que recoge de la montaña de residuos. Cueros de pollo o cabezas de pescado que sofríe con el mismo aceite proveniente del ave.
Sin ordenanzas
Mercadante también ha tomado el reciclaje como sistema de vida, aunque de manera profesional. Ella, junto con un grupo de otros expertos en la materia, hacen campañas en la ciudad respecto a la forma de recolección, en conjunto con el personal del Instituto Municipal de Aseo Urbano (IMAU).
Indica que en el país hacen falta ordenanzas sobre el movimiento de residuos porque de manera legal solo están autorizadas las instituciones municipales.
