El diario plural del Zulia

Reaparecen los antibióticos: precios rozan las nubes

Entre los 90 y 120 mil bolívares cuestan los fármacos bactericidas comunes. Los más nuevos superan los Bs. 400 mil

La caja de sultamicilina de 750 miligramos que necesita Andreína Salas, de 25 años, para tratar una infección, a raíz de una extracción de muela, le cuesta casi dos meses y medio de su salario -Bs. 177.508- como encargada en una empresa de bordados. El precio por ocho pastillas es de 438.833 bolívares en una farmacia del centro de la ciudad.

“Necesito cinco quincenas para pagar la caja y no los tengo”, comenta la joven. Su odontólogo le recetó un medicamento de amplio espectro como ese, o fulgram -una combinación de amoxicilina con ácido clavulánico-, porque atacarían más rápido el cuadro infeccioso. Tiene dolor. Los analgésicos no lo calman.

A finales del año 2016 la escasez de antibióticos se acentuó. Ni siquiera los más comunes: amoxicilina, ciprofloxacina, azitromicina o ampicilina, ocupaban los anaqueles en las farmacias de Maracaibo. Con suerte se encontraban entre 10 y 15 mil bolívares por caja.

Miguel Torres consiguió la sultamicilina en 120.870 bolívares, de 16 cápsulas, en Amparo. Su esposa tiene amigdalitis. La diferencia entre un costo y otro es el laboratorio fabricante. La que marca el precio sobre los 400 mil bolívares es de Calox, mientras que la más económica es producida por Genven. 

Tras un año, los bactericidas vuelven a llenar los estantes, pero con precios que rondan entre los 90 y 120 mil bolívares, los más usuales.

Poca variedad

La sultamicilina es un fármaco de generación más nueva que aún atraviesa procesos de investigación, los costos tienden a ser más altos, sumado al índice inflacionario y de especulación que pautan los precios en el país, según Elizabeth Salinas, farmaceuta de una droguería en San Francisco.

“En estos momentos tenemos antibióticos, pero básicamente estamos jugando con los mismos para los diferentes cuadros patológicos; los más accesibles, la amoxicilina y la ciprofloxacina, cuando estábamos acostumbrados a una gran variedad y los médicos indicaban según el padecimiento”, explica.

Andreína opta por la ciprofloxacina. No tiene para más. La infección y el dolor persisten. Desespera. “No me queda otra opción mientras consigo el que me recetaron más económico”, señala.

 

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