El diario plural del Zulia

Profesionales y comerciantes pagan hasta 120 dólares al mes por gasolina exprés

Marabinos barajean opciones para llenar los tanques de sus vehículos de combustible, sin pernoctar tres y hasta cinco días en las gasolineras. Ilegales se aprovechan de la necesidad de los zulianos y hasta roban el carburante

A dos meses de arreciar la escasez de gasolina en Maracaibo parece no vislumbrarse soluciones. Las colas continúan interminables y los marabinos comienzan a ingeniárselas y barajar opciones para llenar el tanque de sus vehículos, y en lo posible, continuar su ritmo y estilo de vida.

Para la mayoría, está más vigente que nunca la iniciativa dura, inhumana, inmisericorde, de hacer colas de dos, tres o cuatro días. Mientras que una minoría integrada por mujeres, profesionales, empresarios o taxistas apuesta a la vía exprés a través de los pimpineros, para tanquear en pocos minutos. A cambio, cancelan en dólares y altas suma de bolívares.

Otra alternativa, que maneja este sector de la sociedad marabina, es pagar con productos alimenticios por un puesto preferencial en las estaciones de combustible de la ciudad. Versión Final conversó con usuarios de este último grupo que aún cuando surte de gasolina con poco esfuerzo, coincide en fustigar a quienes se aprovechan de la escasez de combustible para revenderla a precios internacionales.

Andrés Pineda, es contador en una empresa, considera que es más productivo en el trabajo que en un día de cola, e invierte 120 mil bolívares mensuales en carburante. “Desde que comenzó la crisis de la gasolina, siempre la he pagado. Continuaré con esta práctica hasta que pueda hacerlo. La empresa me da esa ayuda por el problema que hay ahorita, sino estaría dos días en cola y son dos días que perdería fuera de la oficina”.

Asegura que siente de cerca el peligro cuando compra a los pimpineros, porque son los mismos Guardias quienes están haciendo esas ventas. Los militares son los mismos que guardan la gasolina y quienes la distribuyen a los pimpineros. La misma Guardia está metida ahí, yo los he visto”.

 Mónica Hernández, trabaja en una camaronera, alega que paga la gasolina a comerciantes informales “porque o trabajas o haces colas". Laboro todo el día y esperar en las estaciones de servicio se le ha hecho imposible. "Tienes que permanecer demasiadas horas e incluso hasta pernoctar en las cercanías de las gasolineras, dormir en los carros  y yo no tengo esa posibilidad. Soy una mujer sola y me parece peligroso, de hecho es una actividad en la que principalmente hay hombres”.

Hernández, paga un promedio de veinte dólares por llenar el tanque con gasolina, lo que representa unos ochenta dólares mensuales. “A lo mejor es un poco menos porque ahora trato de ahorrar mucho la gasolina, ya no me traslado igual que antes, solo hago las movidas pensadas, analizadas, estratégicas, casi”.

Recuerda que al pagar ese precio el presupuesto se descuadra "totalmente" porque es muy alto el monto, "no es rentable, estamos pagando la gasolina a precio internacional cuando a nosotros no nos pagan un sueldo internacional”.

Considera peligroso comprar el carburante, aun cuando en su caso, le llevan el líquido inflamable hasta su casa. “Si, siento temor porque quien está traficando con la gasolina no creo que sea una persona de excelentes valores, de trabajo digno, me parece que es una persona cómoda, ventajista, aprovechada, esa es mi opinión, respetando que habrá necesidades. Sin embargo es un maltrato al ciudadano que es como uno”.

Pero esa no es la única forma de surtir gasolina que utiliza esta profesional, además paga, con productos alimenticios, un puesto en la fila. Pagar un puesto me parece menos dañino, porque en este caso una persona madrugó, estuvo ahí por ti, hizo algo por ti. A ellos se les paga con dos kilos de productos alimenticios. La última vez, llegué a las cinco de la mañana y ya había una cola gigantesca, abren a las seis de la mañana pero yo a las siete y media estaba afuera”.

Sin dólares y sin gasolina

A Dalila Semprún, instructora de pilate, le resulta “cómodo y fácil”, echarle gasolina a su vehículo. Ella invierte 30 dólares cada vez que lo hace. A pesar de sentirse confiada cuando trata con los "pimpineros", recientemente fue estafada.

Le entregó ocho dólares al “pimpinero” y no le regresó ni la gasolina ni el dinero. “Por el apuro, porque ese día me quedé sin gasolina, estaba en rojo, ya no podía rodar, me quedé en mi casa y me dijeron que este señor la traía hasta mi vivienda”.

Como era referido, recuerda, me habían dicho que era responsable, que trabajaba con una persona conocida, por eso confié. Cuando vino me dijo dame el dinero que en 20 minutos traigo la gasolina y no regresó. La persona que me lo refirió dice que también le sorprende que haya hecho eso. Ese día me quedó debiendo ocho dólares, porque eran ocho dólares, veinte litros.  Se llevó el dinero y nunca más vino”, afirma Semprún.    

Para Emerson Viloria, taxista de una reconocida línea de la ciudad, meterse en una cola de gasolina “representa pérdidas, yo prefiero a veces pagar y lo recompenso con mi trabajo, tengo mis clientes y no puedo estar parado”.

A veces tengo que surtirme comprando veinte litros, más o menos en 30 mil o 40 mil soberanos o con ocho o diez dólares. Cuando lo he hecho, en total son 40 o 50 dólares mensuales. En dos oportunidades he comprado gasolina porque en otras ocasiones me han metido a la estación y no he pagado nada, por la VIP.

Viloria asegura que el dinero invertido lo repone. “Obviamente porque si no fuera rentable para mí no lo estuviese pagando porque igualito tengo que incrementarle a las carreras, a los servicios. Los clientes están claros que es así, para estar parados dos o tres días en una cola, es preferible. Yo puedo sacar en un día 150 mil o 200 mil bolívares”.

Descarta que la relación con los comerciantes informales de la gasolina le represente riesgo. “No, el pimpinero lo puedo tener hasta al lado de mi casa, cualquiera ahorita tiene gasolina, ese es ya un trabajo informal, se están lucrando de la escasez”.

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