El diario plural del Zulia

Patrimonio en ruinas refugia a decenas de familias

Individuos invaden antiguas construcciones. Las joyas arquitectónicas privadas se deterioran

La historia trasciende en el tiempo a través de las edificaciones que evocan tiempos de antaño; estructuras que, al observarlas, transportan a lo que fue la vida durante la época colonial.

Sin embargo, de los tiempos de otrora marabinos queda poco: Algunos espacios fueron derrumbados y otros han sido invadidos por quienes desconocen cómo preservarlos.

En la avenida 5 Urdaneta, entre calles 99 Comercio y 100 Libertador, el que fue un imponente edificio en el año 1894, el Julio Áñez & Compañía, hoy alberga a más de 10 familias.

En el balcón de la construcción aguamarina se ve jugar a cinco niños; la mayor de todos ellos apenas tiene ocho años. Para ingresar a su morada, es necesario ascender por una escalera amplia y oxidada. Un desagradable olor invade el espacio.

Los pequeños son vecinos de Luis Galván, quien llegó hace ocho años a la que fuera la propiedad del general Venancio Pulgar.

“Ahora la dueña es una señora llamada Yulimar, a ella le pago 10 mil bolívares al mes para vivir aquí”, asegura.

Modifican el legado

Las columnas de estilo corintio del piso superior del edificio de 123 años fueron pintadas de color celeste eléctrico, láminas de zinc dividen el espacio de una familia y otra.

Sobre el piso que antes era de granito vaciado y mosaico ahora se disponen tuberías improvisadas de aguas negras. Cuesta imaginar que allí funcionó la sede administrativa de la firma Áñez & Compañía, la casa importadora.

El Palacete de Loyola es otro ejemplo. En la casona ubicada en la avenida Dr. Portillo, y que data del año 1920, residen 1o familias: son las tres generaciones de los Pirela.

Faltan recursos

Giovanny Villalobos, secretario de Gobierno del Zulia, expresa que las construcciones privadas “no son edificaciones patrimoniales”; sin embargo, asegura que si los propietarios se muestran interesados en cederlas a la jurisdicción podrían convertirse en espacios de utilidad pública.

“El Palacete de Loyola, por ejemplo, está al cuido. Allí, la Gobernación del Zulia planea situar una sala de lectura y un salón para recibir a personalidades extranjeras, pero antes hay que reubicar a al menos siete familias y se necesitan los recursos”, indica.

 

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