El diario plural del Zulia

Nutrición hospitalaria registra 92 % de deficiencia

Una arepa con fororo en la mañana y lo mismo en la cena. Al mediodía, “dos cucharadas de arroz con olor a pollo” es la ingesta casi diaria de los pacientes del Hospital General del Sur Dr. Pedro Iturbe. Hernán Rodríguez la consume hace 28 días, desde que ocupa la cama 24, del piso 9 en el área de hospitalización.

Padece diabetes y una úlcera en el pie derecho causó su ingreso al centro de salud. Por su condición, la ingesta de harinas debe ser moderada, sin embargo, le siguen suministrando solo arepas en el desayuno y la cena. Señala que la comida que le lleva su familia lo mantiene en pie.

En el mes de marzo de este año, el Observatorio Venezolano de la Salud (OVS) presentó la Encuesta Nacional de Hospitales, en ella, el servicio de nutrición hospitalaria se ubica en una 92,7 % de de ciencia, del cual solo el 16,9 % recibe alimentos de sus familiares.

“Nos dan lo que tengan, y cuando no hay, no hay. Más que insuficiente, la alimentación no es la adecuada para nosotros”, comenta Hernán. Tiene 30 años, pero su extrema delgadez lo hace aparentar más edad.

En la cama del frente, el señor Ramón Torres, de 74 años, lucha desde hace una semana por recuperarse de su segundo Accidente Cerebrovascular (ACV). Recibe alimentación a través de un catéter. Un licuado de verduras y papa. El alimento se lo trajo su hijo, porque ayer desde temprano les informaron que no había alimentación líquida para los pacientes.

La encuesta señala un 10,7 % de intermitencia en la alimentación de los centros hospitalarios. En un 12,3 % de los hospitales se recibe comida 2 veces o menos al día. El mayor porcentaje es el de aquellos donde se suministran las tres comidas fallas en cantidad y proteínas, con un 52,3 %.

“Casi siempre piden más”

Piso por piso, las encargadas del Departamento de Nutrición y Dietética del nocosomio reparten las raciones a los pacientes. “Se hace un nudo en la garganta, cuando te piden más. No les llena. Y sientes que si le das una cucharada de más a uno, se la estás quitando a otro”, relata una de las trabajadoras. Omite su nombre, por temor a represalias laborales.

La empleada señala que en las cavas cuarto del hospital hay pollos suficientes, pero solo envían tres por turno, para preparar la comida de más de 250 pacientes.

“Quieren rendir la comida para ahorrarle el dinero a la Gobernación del Zulia. Prefieren que los pacientes pasen hambre, aún cuando hay comida hasta para 15 días”, revela.

No se les brinda una nutrición real a los enfermos, según la trabajadora del recinto hospitalario. “Aquí los pacientes que llegan robustos, si no es por sus familiares, salen desnutridos”, apuntó.

Hannia Salazar, presidenta del Colegio de Enfermeras del Zulia, fue miembro del comité que realizó la evaluación en los diferentes centros de salud de la región, para ofrecer cifras a la encuesta del Observatorio Venezolano de Salud. “Casi todos los hospitales están en las mismas condiciones en materia de alimentación. Sin embargo, el Hospital II Nuestra Señora del Carmen, en Machiques de Perijá, es el que mejor atención brinda”, señaló.

La enfermera reiteró las consecuencias negativas que trae para los pacientes no alimentarse bien durante la hospitalización. “El sistema inmunológico se compromete más, porque son personas que requieren una alimentación balanceada, que no se les está ofreciendo”, advirtió la licenciada en enfermería.

No solo los enfermos sufren, sino también los familiares porque la falta de alimentación en los centros hospitalarios les genera una carga extra, aunada a la falta de insumos y medicamentos, añadió Salazar.

Insalubridad

Además de la poca cantidad en las porciones de alimentos, se suma las precarias e insalubres condiciones del área de la cocina, que representan un riesgo para la ya deteriorada salud de los pacientes.

En una cocina que no cuenta con los parámetros mínimos de higiene se preparan sus alimentos. El cocinero de la guardia vespertina, José Gregorio Lobera, ofreció un recorrido al equipo reporteril de Versión Final por el área.

Pocas veces, los más de 80 empleados —entre los dos turnos— reciben dotación de productos como detergentes para asear los utensilios donde se preparan los alimentos.

“Lavamos los platos con los sacos de fique donde llegan los productos, porque ni esponjas nos dan”, reveló el cocinero.

Plagada de gatos está el área. Los animales se pasean entre las ollas y bandejas viejas. “Hacen sus necesidades donde quiera. Eso realmente es un peligro, pero nadie escucha las necesidades que tenemos aquí en la cocina”, destacó Lobera.

El empleado aseguró que en dos ocasiones el secretario de Salud, Richard Hill, realizó el mismo recorrido por la cocina, percatándose de las condiciones de la misma. “Las dos veces ordenó mejoras, pero se quedó en palabras”.

La dotación de comida a veces se pudre, porque envía verduras y frutas para un mes. “A los 15 días ya no sirven. Cocinamos lo que podemos y lo que nos traen. Hay que hacer magia para rendir los alimentos, porque traen muy poco para tantos pacientes”.

Hasta el cierre de esta edición se intentó establecer contacto con la autoridad Única en Salud en la región, pero la comunicación no fue posible.

 

 

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