El diario plural del Zulia

Navidad de venezolanos se ensombrece ante ausencia de familiares

Las familias venezolanas sufren la separación de sus miembros, que se evidenciará en la Nochebuena y Año Viejo

Las navidades de Fabiana rebosaban de luces de colores, olor a hallacas, pan de jamón y panetón. En su rostro se mostraba la felicidad de reencontrarse con tíos y primos, de otras ciudades, en la cena navideña. Los regalos apilados debajo del arbolito en casa de sus abuelos, para cuando llegara el tan esperado 24 de diciembre, llamaban al encuentro.

Fabiana jamás imaginaría que celebraría una Navidad con nostalgia en su país, y que el llanto de más de 3 millones de venezolanos que emigraron, según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), se sentiría en los cinco continentes que hoy cobijan a los nativos del país caribeño.

Según el Diputado, Carlos Valero, miembro de la Comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional, una de cada tres familias tiene un miembro en el exterior y el 40 % se ve afectada por la salida masiva de connacionales. Además, asegura que el 40 % de los padres que huyen del país son menores de 35 años, por lo que dejan a niños pequeños en Venezuela.

 

Diciembre desolador

La víspera navideña se oscurece para las familias que aún quedan en el país, ante el panorama desolador que implica la masiva ausencia en la mesa. Aquellos venezolanos repartidos por todo el mundo en busca de un buen porvenir, viven lo mismo, pero en fronteras ajenas.

Ana López, ama de casa, de 63 años, asegura que desde hace dos años esta época la llena de nostalgia. “Cada 31 son menos las personas a las que abrazo. Muchos familiares se fueron en busca de estabilidad,  pero en ese viaje también se llevaron una parte de mí entre sus pertenencias”, asegura López.

Este comportamiento se traduce en el hecho de que diciembre es un mes significativo porque se cierra un ciclo y se comienza uno nuevo por lo que, normalmente, la gente suele estar más susceptible, según explica la psicóloga, Gabriela Rivas.

“En Navidad, el venezolano estaba acostumbrado a reencontrarse con amistades y familiares que ahora están muy lejos del país, existe un sentimiento de vacio porque se pierden los afectos y aunque uno los sienta emocionalmente, no están físicamente para celebrar y compartir los triunfos o los fracasos del año. Las personas se llenan de nostalgia”, asevera Rivas.

 

Esta nostalgia traspasa las fronteras del país. Cuando los seres queridos se encuentran a días de distancia, la tristeza llega y no permite disfrutar y empaparse del espíritu navideño. Para Manuel Rivero, bioanalista que reside en Colombia, es difícil observar cómo los colombianos disfrutan sus navidades, ya que añora los tiempos de un pasado reciente, cuando los venezolanos desbordaban las ciudades con sus tradiciones.

Esa sensación de tristeza aumenta mientras el mes de diciembre avanza. De mi parte lo único que quisiera es regresar a casa, porque la Navidad no es sólo tradiciones, es familia", expresa Rivero.

La mayoría de las personas que migran logran establecerse económicamente, puedan comprar los estrenos o comer una buena cena, pero al momento de visualizar quiénes te acompañan, llega el vacío, afirma la psicóloga.

Esta situación que se vive está aumentando considerablemente las cifras de depresión en los venezolanos. Que el ciudadano llegue a ese estado dependerá de a qué se aferre, si al hecho de que podrá vivir otras experiencias al lado de nuevas personas o si se centra en que no puede estar con familia y amistades que le costó años construir, sostiene Rivas.

 

Para Alejandro Rodríguez, un joven venezolano residenciado en Cali, aferrarse a las nuevas vivencias es complicado, porque encontrarse tan lejos de su entorno familiar representa el golpe más duro para él. “A mis 25 años es primera vez que pasaré navidades lejos de ellos, la situación nos obligó a mi hermana y a mí a huir del país, lo único bueno de esto es que al menos así puedo asegurarle a mis cinco hermanos y a mis padres una buena cena navideña”, alega.

Como Rodríguez, muchos venezolanos que hoy están en el exterior buscan aliviar las penas de los familiares que aun quedan en Venezuela. Durante estos días es común las entrega de remesas. Cajas con productos alimenticios, ropa y juguetes para los más pequeños llegan en algunos hogares. Sin embargo, el regalo más preciado para los padres y abuelos es poder reencontrarse con sus hijos y nietos.

Sin garantías navideñas

Para el presidente Nicolás Maduro, estas navidades serán las más felices en muchos años. “Navidades felices, de familia, de prosperidad”, dijo el mandatario en cadena nacional, el 4 de octubre, para dar inicio a la época decembrina.

Luego, a finales de noviembre, el ejecutivo nacional aseguró, a través de sus redes sociales, que brindaría el apoyo necesario y se comprometería a garantizar unas navidades felices y en paz a todo el pueblo venezolano.

“Ratifico todo mi apoyo y compromiso para garantizar unas navidades felices y en paz para todo el pueblo. Llamo a organizar desde cada comunidad, unas navidades coloridas, con luces, pesebres y mucha alegría. ¡Qué Viva la Navidad, viva nuestra amada Venezuela!”, se evidencia en la cuenta de Twitter del mandatario nacional.

Pero el panorama es desolador cuando a la tristeza de las ausencias familiares, se le suma que a horas de que llegue Nochebuena, el costo de un solo plato tradicional, compuesto por una hallaca, una rebanada de pan de jamón, ensalada de gallina y pernil, está por encima del salario mínimo, ubicado en Bs. S 4.500. Además, la hiperinflación, estimada en 3,65 por el Banco Central de Venezuela, dificulta el regalo de costumbre del Niño Jesús.

En las calles y avenidas de Venezuela no se siente el aire del espíritu decembrino, solo se percibe la melancolía de muchas familias. Los niños desconocen la alegría de la llegada de la Navidad e ignoran cómo las familias venezolanas se sentaban en comunión alrededor de una mesa para estas fechas. Las casas con luces, los amaneceres gaiteros, la espera inquietante del cañonazo y los pesebres que adornaban cada calle desaparecieron, sin garantías.

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