Maracaibo aún huele a lacrimógenas
Ayer el sol sí salió y los marabinos también, para encontrarse con las ruinas de una ciudad azotada por una maratónica ola de violencia y vandalismo.
Los gases lacrimógenos y el humo de las llamas que aún consumían las barricadas colmaban el ambiente. Vías principales colapsaron. Escombros, árboles completos, postes y montones de basuras todavía en llamas limitaban el tránsito.
Las cabezas negaban al contemplar el panorama, desaprobando el caos. Incrédulos, atónitos. “Cómo pueden atentar de tal forma contra sus propias calles”, se pregunta Ángela Farías, mientras espera el bus de San Jacinto, entre los escombros de lo que solía ser la cerca de un terreno baldío
en plena vía.
Veinticuatro horas duró la jornada de paralización, trancas y protestas en el país. En la capital zuliana parece que la guerra no dio tregua en días. Cuadrillas del Instituto Municipal de Aseo Urbano, ahora a cargo de la Gobernación limpian, recogen, barren, pero el trabajo parece multiplicarse en cada tramo de la vialidad.
De extremo a extremo, en sus cuatro puntos cardinales, Maracaibo está sucia, asediada y maltratada. Con menos sombras, con más penumbra.
Ángela avista el bus a unos cinco carros de distancia. Se acerca esquivando piedras y replica: “Qué están
haciendo con nuestra Maracaibo”.
