El diario plural del Zulia

Madres claman viviendas al Gobernador

Con hambre y sin vivienda. Así pasan los días cinco madres zulianas. Su protesta ante esta situación la hacen frente a la residencia oficial del gobernador, Francisco Arias Cárdenas, y unos 16 niños las acompañan. Allí estuvieron por 24 horas.

Los trillizos de Branni Cassiani, de 33 años, apenas pueden dormir. Dos de ellos están apretados dentro de un coche que es para un solo bebé. Branni lleva al otro en brazos y comienza a denunciar la penuria que ha vivido desde que perdió a su hijo y su sobrina —ambos de cuatro años— en un incendio que dejó a ambos carbonizados. Un cortocircuito y el hacinamiento fueron los culpables de la desgracia, al menos así lo relata ella.

Fue en 2013. Tanto Branni como su hermana Leida y su cuñada Yadira perdieron todo, incluso hasta la vida de Luz de los Ángeles Paso Cassiani y Elexis Cassiani Montiel.

“Ha sido muy difícil esto porque lo perdimos todo. No tenemos nada, ni siquiera una nevera”, dice Branni.

Días después del acontecimiento las tres madres acudieron hasta Caracas y pernoctaron frente al Instituto de Vivienda y Hábitat, aquí hicieron lo mismo y el director regional de ese despacho, Víctor Padrón, las atendió.

La desgracia ocurrió en Puerto Escondido, en la doble O-07, del municipio Santa Rita. De allí fueron trasladadas por Padrón hasta un refugio en La Cañada de Urdaneta, llamado Villa Camelia. En el lugar sus condiciones son mínimas. Branni tiene seis hijos, su hermana uno y Yadira, tres pequeños. “La puerta principal está dañada”, según Leida Cassiani. Le temen a la delincuencia porque son tres mujeres solas.

Para ellas el hacinamiento sigue, nada se resolvió con el traslado porque siguen durmiendo en el piso, en colchonetas que la gente les ha regalado, al igual que los pocos alimentos que ingieren porque no tienen cómo mantener a los menores.

“Queremos que nos den una casa para cada una o por lo menos que nos ayuden con línea blanca porque lo perdimos todo en el incendio”. Sus ojos verde esmeralda se inundan del dolor al hablar de ello, porque Branni recuerda el crudo momento de ver a su hijo muerto. Los padres de ninguno de los 10 niños se han hecho cargo de ellos.

El lunes, Padrón volvió a hablar con las mujeres “pero ya no le creemos, nosotros queremos es hablar con el Gobernador porque somos revolucionarias y sabemos que él no está al tanto de nada de esto. Sabemos que nos resolverá”.

Calamidad

La noche la pasaron en pleno frío, nadie más salió a responderle por sus peticiones y entre tantas madres estaba Carmen Rivera. Ella tiene cáncer de seno y debe ser intervenida de inmediato. Fue diagnosticada hace un año.

Hace dos años fue “beneficiada” por la Gran Misión Vivienda Venezuela, se coloca entre comillas porque no fue así del todo, Carmen sigue rodando de casa en casa con su madre, de 87 años y con cáncer de piel, sus dos hijas y dos nietos. Las cloacas de Villa Camelia reventaron a los días de la entrega. El agua podrida acabó con todo a su paso, las dejó sin ropa y sin parte de sus recursos.

Varias cartas ha enviado Carmen a la Gobernación y a Víctor Padrón, sin obtener respuesta alguna. Ella pide reubicación.

No solo frío, el miedo también lo sintieron en la madrugada frente a la casa del mandatario regional. Jenny Uzcátegui era otra de las que con una sábana estaba pidiendo una vivienda, tiene cinco meses haciéndolo.

En una silla de ruedas estaba su pequeña de nueve años con su cuerpo inerte. Es paralítica luego de sufrir al nacer hipoxia cerebral. Le ha convulsionado dos veces y de ayuda tiene a otras dos niñas, que también son sus hijas. Su delgadez da cuenta de la desnutrición que presenta. No come porque no tiene recursos para hacerlo y tampoco para comprarle las vitaminas que debe usar la niña.

Infinidades de documentos han movido. Firmas de recibidos y sellos son los que sobran en las hojas blancas de oficio o carta, pero ninguna respuesta. Son conscientes de las ayudas que el Gobierno nacional les ha brindado y ahora lo que quieren es volver a sentirse parte de la revolución, esa de la que alguna vez se sintieron orgullosas.

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