El diario plural del Zulia

Las Trinitarias tiene seis años esperando casas dignas

Pisos y paredes rústicos, techos a medio construir y el polvo que cubre cada rincón de la casa, rodean hace seis años a Mauricio Andrade, su esposa Yolanda y sus dos hijas. A ellos también les tumbaron su rancho para levantarles una casa de la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV), en el sector Las Trinitarias.

Levantaron las paredes, medio vaciaron el techo, e instalaron unas que otras puertas y ventanas. Desde entonces las obras se paralizaron.

“Comenzaron a pedirnos dinero para pagar los fletes –traslado de los materiales de construcción–. Primero cinco mil, después seis mil y ya van por 20 mil. No tenemos a veces para comer, menos para pagarles esa cantidad cada vez que vengan”, comenta Yolanda Mosquera.

Las salas de baño no las terminaron. Mauricio, aún con la artritis que limita sus movimientos y sus problemas renales, debe ir hasta un pequeño baño en el patio de la vivienda, donde estaba antes su rancho.

En las mismas condiciones sobreviven al menos 30 familias más, que también fueron seleccionadas por la GMVV en el sector. 

Mariela Santiago, vecina de la comunidad, asegura que las casas que tienen más avances en la construcción fueron arregladas por los propios habitantes.

Incluso, los gastos de albañilería deben cubrirlos los “beneficiados”. “Cuando vinieron a ofrecer la ayuda nos dijeron que no teníamos que pagar nada. Que pondrían todos los materiales y la mano de obra. Tiempo después comenzaron a cobrar”, relató Carmen Briceño, otra de las personas que vive entre el polvo de las paredes rústicas.

Vendo durofríos para medio comer. Mis hijos me ayudan con lo que pueden, pero no da la base para pagar los fletes de los materiales”, aseguró la señora Carmen.

Ni siquiera el servicio eléctrico fue instalado en las viviendas. Los habitantes se vieron obligados a contratar a obreros que colocaran el cableado, por fuera de las paredes, para contar con electricidad. Yolanda recuerda que en el mes de enero hubo un temblor y un bloque del techo, casi le cae encima a su esposo. “Siento que el techo se me va a desplomar encima un día de estos”, dijo. No obstante, en los días de lluvia, el agua se cuela por las fisuras.

La señora Mariela refiere que los vecinos deben “rogarle” a los dirigentes del consejo comunal del sector para que entregue los materiales, incluso cuando pagan, porque no llegan directamente a los seleccionados.

“Muchos de los vecinos tienen temor de denunciar, porque los amenazan con que no seguirán ayudándolos. Aquí las mejores casas las tienen aquellos que están metidos en el consejo comunal, el resto debe seguir esperando o pagar”, denunció la habitante.

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