El diario plural del Zulia

La odisea de ser estudiante foráneo en Maracaibo

Jóvenes de otros estados invierten hasta 900 mil bolívares mensuales para vivir y cursar estudios en la capital zuliana

Residencia, comida, pasajes y gastos universitarios. La inversión mensual para cursar estudios en Maracaibo como foráneo supera los 900 mil bolívares, según estimaciones de varios jóvenes consultados por Versión Final.

Trinidad Guerrero, de 22 años, cursa el 6º trimestre de Psicología en la Universidad Rafael Urdaneta (URU). Ahora solo la motiva la oportunidad de beca al 100 % que le ofrece la casa de estudios, pero aún así la situación país la tienta a renunciar en ocasiones.

En promedio, una residencia estudiantil cuesta entre 100 y 200 mil bolívares, en buen estado. Trinidad paga 30.000, pero las condiciones no son precisamente las mejores.

“Vivo en la residencia sin aire acondicionado y en malas condiciones en el Kilómetro 4, vía a La Cañada. Hay días donde uno logra comer solo una o dos veces al día porque hacer un mercado es costoso”, cuenta la estudiante, oriunda de Los González, estado Mérida.

Semanal invierte 40.000 bolívares en pasajes ida y vuelta, en medio de la falta de transporte y de efectivo que convierte la ruta en un calvario.

La inversión más fuerte es en gastos universitarios —copias, guías e implementos de estudio—. Una guía de lectura puede costar entre 90 y 150 mil bolívares, y cada impresión tiene un valor de Bs. 1.000, detalla.

“La beca es una gran oportunidad, pero se pierde de vista por todo lo que tenemos que gastar y pasar para poder sobrevivir en Maracaibo”.

La desmotivación, en al menos tres de cada diez estudiantes, termina en deserción, como es el caso de Rubén Martínez, exestudiante de Arquitectura en La Universidad del Zulia (LUZ).

“La residencia me la aumentaron a 200 mil bolívares mensual, de 120 que pagaba y mis papás no pudieron seguir ayudándome”, relata el joven de 21 años.

Conseguir un trabajo donde comprendan su horario académico se le dificulta y regresa a su natal Valera, dejando la carrera en el tercer semestre.

“Al principio, mis papás me enviaban la comida y me pagaban la residencia, pero la situación empeoró y todo está impagable, por ahora tendré que dejar mi sueño en espera”, lamenta.

En LUZ, en los últimos tres años, al menos 20.000 estudiantes abandonaron las aulas de clases, según Jorge Palencia, rector de la universidad. Actualmente, la matrícula alcanza unos 45.000 cursantes que se enfrentan a dificultades y limitaciones académicas y sociales.

A pesar de la desmotivación, Trinidad se mantiene firme en su propósito: ser psicóloga. “Ya me falta poco y no pienso abandonar ahora. La desmotivación es colectiva. En las residencias todos pasamos por lo mismo pero intentamos apoyarnos unos con otros”, asegura.

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