El diario plural del Zulia

La desidia ronda a las escuelas este año escolar

Víctor García se levanta temprano todos los días a trabajar, no a estudiar como es común en niños de nueve años. Sus pupilas se dilatan cuando dice que quiere ser médico, aunque todavía no tenga ningún grado de instrucción.

“¡Bolsas, bolsas, bolsas, lleve sus bolsas!”, grita en pleno Callejón de los Pobres. Sus rasgos indígenas son propios de la etnia wayuu. De esas raíces son su madre y sus hermanos son cinco en total. Él es el mayor y debe ayudar con el sustento para el hogar.

La ilusión más prematura de Víctor es entrar a una escuela “grande, con muchos parques y canchas para jugar fútbol. También donde me enseñen”, dice. Esa ilusión está en la mente de varios niños zulianos. Está en aquellos que vagan por las calles de la noche marabina. En aquellos que trabajan desde que empiezan a caminar y en aquellos que ya están estudiando pero no tienen una escuela apropiada donde aprender.

La Secretaría de Educación, presidida por el profesor Neuro Ramírez, desde hace un mes inició el ciclo de reestructuraciones en las instituciones de la ciudad. Eso hasta ahora no ha sido su ciente luego del detrimento al que fueron sometidos los planteles. Años de desidia que los mismos protagonistas cuentan.

El Centro de Educación Inicial Kantaralia forma parte del 60% de las escuelas zulianas que han cerrado secciones. El porcentaje pertenece a un sondeo anunciado por el presidente del el Sindicato Unitario del Magisterio (SUMA -Zulia), Gualberto Mas y Rubí.

Eran seis secciones de 30 alumnos hace dos años, es decir la matrícula estaba conformada por 180 pequeños en sala de 3, 4 y 5 años. Actualmente, gracias a las íntimas condiciones del plantel solo hay 14 niños quienes ven en un solo salón sus clases.

En el año escolar pasado el centro educativo fue blanco de hurtos en seis ocasiones. Los aires acondicionados, las sillas y las instalaciones de electricidad de los salones fueron sustraídas por los antisociales.

“Aquí los niños se han ido por la mala infraestructura. Nosotros impartimos clases en un área prestada porque desde hace seis años iniciaron la construcción del preescolar y todavía no lo han entregado”, comentó Sonia Bravo, directora del CEI.

Las maestras toman un cartón para echarle fresco a los niños. Las luces no existen, menos la electricidad para los ventiladores, incluso Sonia no tiene dónde ejercer su labor como directora porque no tiene un área donde pueda laborar.

Contigua al preescolar está la Escuela Rómulo Gallegos. Su entrada está llena de maleza. En la noche está en penumbras porque tampoco tiene electricidad. La dirección no tiene aire acondicionado y el lugar donde los niños eran beneficiados con el programa Salud Bucal, de la Gobernación del estado, también fue desvalijado por los amigos de lo ajeno.

Son 202 los estudiantes de educación primaria y media general quienes están sufriendo las consecuencias de un plantel que tampoco tiene una biblioteca, que además no cuenta con los docentes necesarios para cubrir la cantidad de alumnos correspondientes.

Primero y segundo grado reciben clases con una sola maestra. “A veces solo van dos profesoras y todos los muchachos ven las asignaturas con ella”, manifestó una representante que pre rió no ser identificada.

Mas y Rubí, durante una protesta en exigencia de la homologación del salario de los maestros zulianos, indicó que liceos como el Rafael María Baralt, que es emblemático en el Zulia, también está en el suelo. Lamentables hechos de homicidios se han registrado en las adyacencias del plantel al igual que en el Liceo Udón Pérez, ubicado en la avenida 8, Santa Rita.

Fueron los mismos estudiantes quienes dirigieron al equipo de este rotativo hasta las salas de baño son 12 en total. “Aquí nosotros preferimos aguantarnos las ganas de orinar”, señalaron los adolescentes. Dentro de uno de los baños de la planta baja, el agua negra cae como cascada. La sala sanitaria superior tiene el desahogo de las tuberías en los techos y están rotas. Desde afuera se escucha el sonido del agua que choca con el piso. Ahí se forma un charco de aguas servidas.

Ahí el problema se nota en el desconchar de las paredes, en la ausencia de los pupitres que dejan a los salones desolados, donde el cable de los ventiladores es lo que guinda del techo.

Los ventanales son abiertos para que entre aire natural a las aulas de clases porque son contados los ventiladores que sirven. La subdirección está sin aire acondicionado y los niños deben usar los salones que están solos para jugar fútbol porque siempre están encerrados en resguardo de la delincuencia desatada.

El esfuerzo que está haciendo el actual secretario de Educación en la región está quedando pequeño en lo que es el segundo mes del año escolar en curso. Sin embargo, con nuevos proyectos, muchos niños, como Víctor, podrían contar con un salón digno. Con aulas de clases y sistemas educativos donde los niños puedan buscar su rumbo en los libros, en la academia, a través de la equidad.

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