El diario plural del Zulia

La basura: comida de unas 30 personas en El Varillal

Niños, jóvenes y adultos esperan los desperdicios de los comercios de la zona. No son indigentes, residen en barriadas de Maracaibo, pero no cuentan con los recursos para comprar los alimentos.

El hambre del pueblo se evidencia cada vez más en diferentes sitios de la ciudad. Buscar algún desperdicio entre la basura es la práctica usada por quienes aseguran no contar con los ingresos económicos para comprar los alimentos.

El estacionamiento del centro comercial El Varillal, ubicado en el sector Sabaneta, parroquia Cecilio Acosta, es una clara evidencia. Un grupo de aproximadamente 30 personas esperan con ansias a diario que el personal de la panadería, carnicería, venta de pollo y supermercado boten los desperdicios para comer.

Salen dos empleados de la panadería Súper Metro Pan con carritos cargados de bolsas con la basura y allí en el área del estacionamiento esperando están niños, jóvenes y adultos.

Andrés Freites, de 19 años, no tiene familia, vive solo en La Chamarreta. No tiene trabajo y tampoco estudió. Ayuda a transportar lo que se convertirá en su comida y de cuatro personas más, son los desechos sólidos.

“Desde que tengo 12 años vengo a este estacionamiento a comer los desperdicios de los comercios”, dice el joven, haciendo referencia a El Varillal. Sus rostros demuestran que no son indigentes. La necesidad los llevó a esperar durante horas para llevarse al estómago, en la mayoría de los casos, el primer alimento del día.

Daniela Valladares tiene 18 años, reside junto a sus padres y hermanos en el barrio Integración Comunal, estudia y como muchos va al centro comercial a buscar qué comer. “Al salir de clases vengo aquí porque mis padres no tienen para comprar la comida”, señala.

Daniela sacia su hambre y espera hasta el final de la tarde para llevarle algo a sus hermanitos menores. “Siempre me quedo hasta las 6:00 de la tarde porque de la panadería sacan los mejores desperdicios”, aseguró la joven estudiante.

Un trabajador de la panadería, que prefirió no ser identificado, explicó que “siempre hay personas esperando la basura de los comercios para revisarla y sacar lo que no está tan malo para comérselo”.

Indica que la situación se presenta desde hace varios años, pero en los últimos meses ha aumentado el número de personas que comen de los desperdicios en esta zona.

El incremento progresivo en los precios de los alimentos es la causa, según el empleado, “porque todo está muy caro y muchos no tienen ingresos”.

De lunes a domingo acuden hombres y mujeres a buscar entre la basura lo que será tal vez su desayuno, almuerzo o quizás la cena.

Irwin Sánchez, de 40 años, tiene tres años asistiendo todos los días a El Varillal, para comer. Aseguró que en algunas oportunidades tiene suerte “y consigo para darme un banquete con mi mamá que está viejita y enferma”.

En esta oportunidad encontró una bolsa de “cueros”, lanzados por los trabajadores de la carnicería de la zona, pero que para Irwin representan el almuerzo de varios días. “Con esta bolsa comemos mi mamá y yo unos cuatro días, lo hacemos guisados y así no pasamos hambre”, relató.

Sánchez no tiene hijos, es albañil, reside en el barrio El Gaitero junto a su progenitora de 68 años, que está enferma y requiere de su atención. Para él no hay atención gubernamental “porque venden las bolsas de los alimentos y cómo hacemos los que no tenemos para comprarlas, solo nos queda comer de la basura”.

Irwin, con lágrimas en los ojos, asegura que prefiere alimentarse de los desperdicios que botan los comercios en esta zona de Sabaneta, antes de ir a robar o hacerle daño a otra persona. Tiene escabiosis desde hace ocho años y no cuenta con el dinero para comprar el tratamiento

. “He ido al ambulatorio de El Gaitero varias veces porque esto pica mucho en la piel, pero nunca tengo para comprar las medicinas”, cuenta el albañil.

Las ganas de vivir de estas personas son iguales que el hambre que sienten a diario y deben saciar con la basura.

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