El diario plural del Zulia

Incendios en la Sierra son prácticas ancestrales

La tierra nueva genera vida. Los yukpas y japreiras de la Sierra de Perijá usan fuego para limpiar las tierras donde sembrarán. Al inicio de cada verano, cuando está por venir la lluvia, comienzan a preparar los terrenos para que florezcan durante el invierno.

Su dios o jesma, también llamado konuco, los enseñó que al trabajar el suelo se debe depurar con fuego. Y el fuego, visto desde esa cosmovisión como elemento purificador, se erige como limpiador en muchas culturas indígenas del mundo.

Considerándolo de esa manera, no puede decirse que los incendios generados en caseríos indígenas de la Sierra sean delito. Pero esta vez, por un factor de sobrepoblación, las llamas no pueden controlarse.

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Sesenta comunidades yukpas y barís alrededor de la Misión de Los Ángeles del Tukuko ven cómo se consumen árboles, vegetación y fauna desde hace un mes. Por un lado apagan los Bomberos forestales de Machiques, y por otro “prenden” los indígenas.

“Debemos hablar con los caciques de las comunidades”, advertía esta semana el gobernador Francisco Arias Cárdenas. Frente a él, Alfonso Itnopa, cacique mayor de la población del Tukuko, asentía.

La cultura occidental se extraña ante esta práctica ancestral, refiere el antropólogo y sociólogo Mauro Carrero. Se trata de un proceso inevitable que coayuda a generar vida.

—Todo está conectado: la tierra, el fuego, la vida, nosotros…de ahí venimos— explica Hebert Erapshe, yukpa líder de la comunidad.

La tierra es su origen. La mitología yukpa cuenta que Kemoko es quien los encuentra dentro de un árbol. El hallazgo se produce luego de que un pájaro carpintero rastreara sangre del arbusto tras picarlo. Kemoko cortó y dobló parte de sus ramas para darle forma humana. Pero antes de ese acontecimiento, ya había procreado seres humanos a partir del barro y la madera.

Hay sobrepoblación

El censo poblacional realizado por Mauro Carrero en 2010 cuando culminaban las demarcaciones de tierra en la Sierra de Perijá, indica en esas montañas residían 16 mil yukpas y 279 japreiras. Según sus estimaciones, hoy día la densidad poblacional aumentó 25 por ciento.

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Tal vez ahora se cuenten 23 mil yukpas y 380 japreiras, ambos grupos étnicos de filiación lingüística Caribe.

“El problema es la sobrepoblación”, asegura Carrero. Hay muchas más familias, más bocas que alimentar y más alimentos que sembrar. Todos queman sus tumbas (conuco en lengua Caribe) y se sale de control el fuego.

—Los organismos no enseñan ni al yukpa ni al japreira a hacer guardafuegos (…) No suben pa’ la montaña a darle talleres— se justifica Erapshe.

Él sabe de algunos grupos étnicos que sí siguen las instrucciones a la hora de quemar sus tierras. Pero, al fin y al cabo, un incendio forestal controlado es un peligro.

Los guardafuegos impiden que las llamas se extiendan a territorios no deseados. Son zanjas humedecidas de 25 centímetros de profundidad y 50 de ancho.

Funcionarios del 171, Protección Civil Zulia y Bomberos Forestales de Machiques vieron guardafuegos arriba en la montaña. “Pero candela es candela”, coincidían.

Si los yukpas y japreiras no “prendieran” sus tumbas cada verano, los “agarraría” la lluvia con los machetes en las manos. Estarían removiendo monte y maleza, como abriéndose camino para los nuevos sembradíos de plátano, ñame, malanga, yuca, café y ocumo, alimentos que usan para subsistir.

Lo hacen para ganarle tiempo al tiempo.

Pueblo fragoso

Las luchas territoriales en la Sierra de Perijá devienen de los primeros colonos españoles llegados a esas tierras. Al llegar extraños a tierras ancestrales, los pueblos se rebelaron. Luis Bastidas Valecillos, explica en su trabajo Conquista y colonización de la Sierra de Perijá: La resistencia indígena Yukpa, que la serranía era tierra virgen y fértil. Sus habitantes se extendían por más de “trescientas leguas de circunferencia”. La sierra era “altísima, fragosa e intrincada”. Corría de norte a sur. Había “coyamos, mocoays, chaques, sabriles, arotamos, y aliles; todos casi de una misma lengua”.

Las primeras comunicaciones y tratados de paz fracasaron. Y hubo enfrentamientos. Unos de los propósitos era cristianizar. Los hermanos menores capuchinos de Castilla visitaron a los indios. En marzo de 1944 se firmaron acuerdos.

El 2 de octubre de 1945 se fundó La Misión del Tukuko, situada en el antiguo límite meridional del territorio yukpa, al pie de monte de la Sierra de Perijá.

 

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