El diario plural del Zulia

Historia, cultura y olvido en el templo a Santa Ana

Cuatrocientos diez años de historia y cultura colonial encierran las paredes deterioradas del templo a Santa Ana, en la avenida El Milagro, al lado del Hospital Dr. Urquinaona, conocido como “El Central”.

Sus muros levantados con piedras, cal y arena siguen en pie, tras más de cuatro siglos, pero poco a poco se desmoronan, así como el techo de madera y tejas. Las filtraciones aceleran el deterioro de esta joya arquitectónica, que en 1960 fue declarada monumento nacional.

El techo del viejo campanario comienza a ceder. El agua que se filtra y el comején corroen los pilares de madera, que hoy se sostienen con algunos andamios.

“De aquí no me quiero ir hasta que me muera”, expresa Segundo Vargas. Desde hace 18 años se encarga de la iglesia y para él “es su vida”. No poder hacer más por mejorar la estructura le pesa.

Vargas ha sido testigo de innumerables matrimonios y bautizos desde su llegada al templo Santa Ana. En principio, estos generaban ingresos para mantener en buen estado la fachada, sin embargo, actualmente no solo el número de feligreses que asisten a misa los domingos ha mermado, sino la cantidad de personas que apartan cupos para los sacramentos.

El próximo 26 de julio comienzan las fiestas patronales en honor a Santa Ana, madre de María y abuela de Jesucristo. En esta fecha, también se conmemora el aniversario del Santuario, que hoy por hoy deja entrever el franco deterioro tras el pasar de los años.

Apenas el imponente portalón del templo se abre, la historia impregnada en los muros salta a la vista. Pinturas traídas desde México en 1745 apenas engalanan las paredes blancas marcadas por las filtraciones. La pintura se cae a pedazos y desde el techo bajan las marcas del agua que se cuela entre las tejas. 

Para Monseñor Jesús Quintero, párroco de la Catedral de Maracaibo, y también del templo Santa Ana, esta “es la única joya arquitectónica que verdaderamente vale la pena en la ciudad”.

Monseñor Quintero exhorta a las autoridades gubernamentales y municipales que en otrora le dieron el valor cultural que hoy enmarca el templo, a que conserven no solo su estructura sino el simbolismo que representa para la capital zuliana.

Todos los domingos por la mañana, entre las primeras las de feligreses del templo a Santa Ana está Wilmer Rincón. Trabaja en el área administrativa del Hospital Central y se niega a ver caer las paredes de la iglesia.

Valoro la historia que hay en este lugar y lo que representa para la cultura marabina. No quiero verla seguir decayendo, por eso me uno al llamado a las autoridades para que valoren más sus tesoros”, comentó Rincón.

El encargado relata cómo hasta el año pasado las aguas negras provenientes del Hospital Central se colaban en el templo. “Nadaba en aguas negras”, asegura. En ese entonces la Gobernación atendió nuestro clamor e instaló un nuevo sistema de drenaje. “Fue santo remedio”, afirma.

El Centro Rafael Urdaneta (CRU) también realizó reestructuraciones en el año 1994, para preservar las paredes que comenzaban a socavarse. “Estuve al pendiente de que se dejaran espacios con la estructura original, para conservar su historia arquitectónica”, señala el señor Vargas.

Luego de 23 años, esa reestructuración amerita constante mantenimiento que el CRU se niega a realizar a la edificación.

El sistema de climatización está fuera de funcionamiento. Cables y unidades de los aires acondicionados fueron hurtados, o se dañaron producto de los bajones de electricidad.

Delincuentes ingresaron a la iglesia por los ventanales del campanario y se llevaron el sistema de sonido. Los faroles externos no funcionan y la oscuridad les facilita el trabajo.

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