En “El Hediondito” las carreteras son de barro

En los suburbios de Maracaibo es común ver a niños caminando descalzos. A los varones apenas los acompañan unos chores de algodón y en muchos casos solo su ropa interior. Las niñas no escapan de esto, corren sin temor por las calles del barrio que las vio nacer, donde todos tienen sus ojos acostumbrados a la casi desnudez, al desparpajo e incluso al vicio.

Elías Alfonso Fernández puede hablar de eso y del olvido. Él vive desde 1975 en el barrio Nectario Andrade Labarca, conocido como “El Hediondito”, parroquia Idelfonso Vásquez. Solo recuerda cómo diversos gobernantes han atravesado la pequeña comunidad pregonando sus promesas políticas “pero nadie nos ha ayudado”.

Como maestro de obra, jubilado por propia decisión, mira desde su hogar donde convive con hijos y nietos el deterioro de las vías. Pequeños y grandes charcos que se forman en el trecho.

Los carros se bambolean de un lado al otro desde la entrada. A ratos pueden verse trozos picados de lo que fue el asfalto de una carretera vieja. Juan José Matheus se detiene a contar por qué a su barriada le dicen “El Hediondito”. Recuerda lo que su madre le contaba y atribuye el nombre a que las personas que vivían alrededor depositaban los restos de basura y de comida en el lugar. “Aquí mataban a prostitutas y gays”.

Él se preocupa por la cercanía de la comunidad con los pobladores de Ciudad Lossada que es un sector contiguo. Comenta que de allí salen adolescentes con malas costumbres que están creando pequeñas bandas con los más pequeños de la barriada, para asaltar el transporte público que pase por la zona. “Aquí no hay tanta delincuencia, como en todos lados hay sitios donde venden droga pero hasta ahí, igual creo que hace falta que haya más presencia de la ley”.

Sin alumbrado En las noches la luna puede verse en los charcos que han dejado las lluvias. La hija de Elías dice que todo eso es una cañada y cuando hay torrencial no pueden salir de sus viviendas. Ningún bombillo de los postes sirve.