El diario plural del Zulia

Escasez de antiepilépticos dispara sus precios

En diferentes farmacias de Maracaibo y San Francisco no se encuentran los fármacos hechos en el país. Medicinas provienen de Colombia

Desde hace más de un año el antiepiléptico fenobarbital no llega a la mayoría de las farmacias de Maracaibo ni de San Francisco. Los pacientes que necesitan del medicamento tienen pocas alternativas para cumplir sus tratamientos y evitar sufrir una convulsión que pueda deteriorar o incluso acabar con su vida.

A falta de fenobarbital, cuyo último costo era de apenas 5000 bolívares, en una farmacia del municipio San Francisco la única alternativa es la carbamazepina, medicina de uso institucional que proviene de Colombia, según indica la encargada del establecimiento. Su costo es de 11000 bolívares.

Elizabeth Salinas, farmaceuta con 25 años de experiencia, amplía que los representantes de las farmacias deben realizar un reporte mensual sobre los medicamentos que son expendidos para enviarlo a Contraloría Sanitaria. En la botica que dirige se consumían entre 100 y 200 unidades de antiepilépticos cada mes. Pero el balance del mes de junio revela que al establecimiento no ingresó clonazepam ni fenobarbital; a pesar de que este último es fabricado en el país por la empresa Calox.

Sin cifra de afectados

En Venezuela no hay estadísticas de la cantidad de personas que requieren medicinas para evitar convulsiones”, señala Vinicio Villalobos, presidente del Capítulo Zuliano de la Sociedad Venezolana de Neurología.

Pero las cifras mundiales son lo suficientemente elevadas. “Entre un 6 y 7 % de la población mundial tiene epilepsia”, asegura el especialista en trastornos del sistema nervioso.

El neurólogo, con 20 años de experiencia, detalla que en su consultorio, situado en la clínica Falcón, el 20% de los pacientes que recibe cada mes sufre de la contracción involuntaria, violenta y patológica de músculos u otras partes del cuerpo.

Graves consecuencias

Villalobos explica que esta alteración se produce como consecuencia de una hipoxia (ocasionada cuando la concentración de oxígeno en sangre disminuye), alteraciones durante algún momento del parto o que se presenten en el transcurso de la vida de la persona, como un accidente.

De acuerdo con el especialista, una de las consecuencias de no consumir el medicamento para evitar las convulsiones es la descompensación del paciente.

“Puede caer en estatus convulsivo y fallecer o simplemente caerse, producto de las fuertes convulsiones y entonces ocasionarse daños, como fracturas”.

Destaca que no existen tratamientos alternativos a los antiepilépticos. Quien no los consiga o no pueda adquirirlos debido a su elevado precio, no cuenta siquiera con alternativas naturales.

“Por cada crisis colocamos un tipo de medicación; pero ahorita la medicina en Venezuela es por subsistencia, es decir, se receta y se resuelve con lo que hay”.

Durante los últimos meses, Villalobos ha sido testigo del drama de los afectados. Comenta que ha escuchado que algunos de ellos venden o regalan las medicinas a través de redes sociales como Facebook. Otros son más arriesgados: ingieren medicinas ya vencidas.

Hacen un llamado

El representante de la Sociedad de Neurología Zuliana informa que junto a su equipo ha enviado comunicaciones a la Defensoría del Pueblo, para solicitar la dotación de los antiepilépticos.

Según dice y concordando con lo señalado por los encargados de las farmacias, desde hace año y medio se acentuó la crisis de las pastillas que permiten controlar las convulsiones.

Gerónimo Carruyo, de 53 años, sufre de las violentas agitaciones desde hace 33 años. Una bala perdida desencadenó su padecimiento.

Durante el transcurso de esos años, asegura, “siempre” consiguió el fernobarbital que su médico le recetó. Le costaba entre 3.000 y 4.000 bolívares. Pero hoy día el panorama es distinto: de las pastillas que consume una vez al día, cuenta solo con una provisión de 15.

Ahora tendré que comprar lo más caro, que es la carbamazepina, porque el fernobarbital no lo encuentro”, lamenta. Teme volver a convulsionar.

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