El diario plural del Zulia

El pütchipü’ü: todo queda en la palabra

I. Los hechos

Hace algún tiempo Humberto Guanipa apaciguó un drama familiar. Un muchacho y una muchacha de la etnia indígena wayuu y de distinto clan querían comprometerse. En el achunta —pedido de compromiso— un tío del joven los acompañó y nombró un mediador entre las dos partes.

Este asunto del compromiso es muy importante. No solo se promete la pareja, sino las familias. Después de la celebración que significa el fin del “encierro” wayuu, viene un intercambio moral entre los parientes cuyo objetivo es que los prometidos inicien una vida juntos.

El primer paso que se siguió en este caso fue la constitución del proceso, dado por una reunión previa entre las familias, recuerda Guanipa, miembro de la Organización nacional de los pueblos originarios Wayuuaka. Tíos, tías, abuelos. Ya luego se estableció el sistema de compensación.

Y al llegar a acuerdos, se da lugar a otra celebración: chivo, ovejo, chirrinche, chica de maíz, yogurt guajiro.

II. El peso de la pütchi

El peso está en la palabra. En la palabra que comunica. Y quien la comunica es el pütchipü’ü.

Al pütchipü’ü, en el mundo occidental lo tildan de “palabrero”. Creen que es un abogado que administra justicia dentro de la organización social de esta etnia originaria.

Es todo lo contrario. Manuel Román Fernández, investigador wayuu, asegura que esta figura ejerce la contraloría social por medio de la aplicación del Sistema Normativo Wayuu.

Es el responsable de restablecer la armonía entre clanes.

—Un hombre de palabras muy sabias— reafirma Román Fernández.

Por eso el peso recae en la palabra. El investigador define a este sistema de justicia como un conjunto de procedimientos y principios que regulan el comportamiento social y espiritual de los wayuu.

III. Los hechos, de nuevo

Una vez, un muchacho wayuu orinó en un callejón del centro de Maracaibo. Iba de salida de su trabajo. Era tarde, ya de noche. Otros jóvenes lo vieron y le dieron una golpiza. La familia, ante la falta, determinó que solo un pütchipü’ü debía intervenir.

Así fue cómo lo nombraron. Los victimarios negaron los señalamientos. Pero el pütchipü’ü ya había corroborado que el joven indígena acababa de terminar su jornada laboral al momento de los sucesos.

Investigó el hecho, entrevistó testigos y, ante la falla, describió la funcionalidad de la palabra —la palabra que notifica—.

Entonces se presentó ante las familias y calificó el hecho. Estableció los acuerdos y, en una última reunión, antes de superarse todo, los victimarios debieron cumplir con el sistema de compensación previsto a los agraviados.

Diferente fue el problema de una joven alijuna que dejó escapar a un perro en una madrugada reciente. El animal se escurrió por el portón de la entrada y corrió hasta tres calles abajo de su casa, entró a la pequeña granja propiedad de una familia guajira y comenzó a morder a un chivo. Le enterraba los colmillos, le perforaba la piel y le sacaba sangre.

Dos horas después, el pütchipü’ü que representó a los indígenas se acercó a la familia alijuna en busca de acuerdos y de la compensación.

IV: La legislación guajira

Manuel Román Fernández es conocedor de la cultura wayuu. Insistentemente ha denunciado que sus paisanos viven en territorios divididos, políticamente, en tres partes. En lo que debería ser la Gran nación wayuu se aplican tres sistemas de justicia: la venezolana, colombiana y la del pueblo ancestral.

La tarea de la Junta Mayor Autónoma de Palabreros de La Guajira es visibilizar su propio sistema. En Colombia, ya se trabaja en el Sistema jurídico indígena y wayuu. Intervienen abogados y jueces. También magistrados de la Corte suprema y Consejo de la judicatura.

Este último, según una publicación del diario Wayuunaiki, “consolidó el módulo de sensibilización intercultural” que trata temas referentes a territorialidad, espiritualidad y lengua materna.

Pero cualquiera no es pütchipü’ü. Román Fernández los califica como personas pensadoras de lo pacífico, facultadas para resolver un conflicto y con autoridad moral.

—Sobre él, reposa la gura masculina y, a su lado, yace la gura de la mujer ouutsü, que es la guía espiritual, que orienta en lo individual.

En la población de Río Negro, en Machiques de Perijá, se gesta todo un movimiento para rescatar el peso de la palabra guajira. Entre el 1, 2 y 3 de mayo se celebró la I Cumbre de la gran nación wayuu, y la pütchi fue su principal objeto de estudio.

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