El diario plural del Zulia

"El problema de uno es el problema de los demás"

Dejó sus bienes materiales para tomar su camino de ayudar a otros: Marielena Ridad abandonó su cuantiosa herencia familiar. Nació en Filipinas, pero habla el español perfectamente; su acento es idéntico al de una mujer andina. Se siente venezolana. Es uno de los motores que impulsa, desde hace más de 40 años, a la comunidad del barrio Simón Bolívar.

En la parroquia Francisco Eugenio Bustamante, en Maracaibo, una religiosa de la congregación Hermanas Misioneras Médicas se reúne todas las semanas, desde 1972, con los miembros del sector donde reside, en una casa sin lujos.

Para Ridad, la salud integral de una persona es lo más importante. No es enfermera, pero escogió unirse al grupo de hermanas médicas porque aprendió a curar el alma.

“Uno no tiene salud si no hay agua; uno no tiene salud si no hay alimento”, afirma. Esa es su convicción y por eso procuró que en el barrio Simón Bolívar, donde viven entre 12 y 15 mil personas, no hicieran falta los servicios básicos.

“El problema de uno es el problema de los demás”, manifiesta.

Para ella tampoco hay salud sin techo ni educación; es por esto que participó en el proyecto de construir un colegio: la Escuela Básica Nacional Dr. Máximo Arteaga Pérez, que abrió sus puertas en 1967 y hoy forma a 800 niños: 500 en el turno de la mañana y 300 en la tarde.

Trabajo constante

En total fueron 72 las veces que Ridad y sus compañeros de trabajo acudieron al consejo municipal para solicitar los recursos que les permitirían edificar ese sueño.

La Cooperativa 9 de Abril es un grupo que, desde el 9 de abril de 1972, estudia, comenta, analiza y reflexiona sobre la situación del país. Sus casi 25 Mintegrantes buscan generar impactos positivos para el barrio.

Ridad destaca que más allá de los logros materiales —como la implementación del servicio de gas doméstico para la zona y la construcción de la escuela— “lo que no se puede ver”, como los compromisos, necesita muchas reuniones y visitas a los organismos oficiales, representa una gran lucha.

Un ambulatorio que no funciona, carreteras en mal estado, un sector sin colegio, la falta del servicio de agua o de gas la viven todos por igual. Regalo para generaciones Algunas de esas mujeres que comenzaron hace 40 años con Ridad ahora son bisabuelas. Los nietos y bisnietos de estas amas de casa emprendedoras ahora disfrutan de lo que sus raíces sembraron años atrás.

Entre esas féminas valiosas se encuentran Yris Aular, Eulalia Martínez y Vilma Bolaño. Soñaron que su futuro y su familia fuera mejor. Hoy, cuatro décadas después, aseguran que volverían a vivir las mismas experiencias del pasado, con tal de observar felices a los miembros de su comunidad.

“A estas señoras las inspira el compromiso de tener algo bueno en la vida, una casa, una familia que va para adelante, un barrio bonito”, expresa Ridad sobre las integrantes de la Cooperativa 9 de Abril.

Más que solo ir a misa

“¿Qué hacemos si no hay compromiso?”, se pregunta Mariaelena. La fe es más que asistir a misa los domingos.

“Es atender qué quiere Dios que seamos en este mundo”, dice.

Ser persona, según Ridad no se trata de poseer un carro, algún título o una buena casa; es preocuparse por los demás.

“Yo no puedo dormir bien si siento que hay mucha gente pasando necesidades. Solidaridad es pensar qué se puede hacer para ayudar a otros”, comenta.

Yris Aular, una de las compañeras de Ridad, sostiene que más que solo leer la Palabra de Dios, esta se debe colocar en práctica.

El sentido de grupo, de unión y de comunidad es lo que impulsa la solución de cada situación adversa que se presente.

Ricardo Cepeda, vecino de Marielena, también pertenece a la Cooperativa 9 de Abril. Para él los bienes materiales no alcanzan a llenar los vacíos espirituales que algunas personas sufren. Es el amor familiar la base fundamental en la formación de los individuos, más que la educación impartida en las escuelas.

Vocación

Marielena admira al fallecido sacerdote salvadoreño Oscar Romero; quien era conocido por predicar sobre la defensa de los derechos humanos y resultó asesinado mientras celebraba una misa.

Romero fue un hombre de iglesia que se puso al servicio de los más necesitados. Su entrega desinteresada podría compararse con la de Marielena.

Un cuadro de Romero destaca en la sala de la residencia de la religiosa. “Él enseñó cómo luchar y eso le costó la vida”, asegura.

¿Qué le falta por hacer?

Ridad indica que su grupo es pequeño y que pueden alcanzarse muchas metas más si otras personas se unen. Considera que el pueblo venezolano debe unirse. “Si nos organizáramos ya habríamos resuelto más problemas”. El llamado “trabajo de hormiguita”, ese que pocas personas notan, es el que crea los grandes cambios que muchos desean generar en el mundo. Marielena lo tiene claro, valora el trabajo y el esfuerzo, y desde su pequeña casa en el barrio Simón Bolívar continúa velando por el bienestar de su segundo hogar: Venezuela.

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