Dónde nacen los peleadores de liceo
El estado donde hay más suicidios y muertes producto del acoso escolar es Zulia. —El incremento es de 52% en todas las formas de violencia contra menores de 18 años— declaró Carlos Trapani, coordinador general del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap).
Los colegios en Venezuela son campos de guerra. Zulia es arena experimentada. Los peleadores, niños y adolescentes, tienen afición por las armas y por la violencia como método de supervivencia. Combaten a su manera: cortaúñas, puñales, tijeras e inclusive armas de fuego. Y matan. En casos más simplistas, las manos hacen el trabajo sucio.
De dónde viene tanta violencia es el enigma.
—Lo que pasa en las escuelas es el reflejo de la sociedad de hoy— sentencia la psicóloga María Elena Liebster.
Las canchas de liceos públicos son lugares apartados. La cerca está caída, agujereada, y facilita la entrada de extraños o alumnos que ya cumplieron con su jornada escolar regular. Aunque el Ministerio de Educación obliga a los alumnos a usar bolsos transparentes, siempre hay lugar para un exacto o una tijera. Así fue como “rajaron” el estómago a Armando.
Armando, preadolescente que juega fútbol, ya casi entra a secundaria. Desde preescolar estudia en una escuela pública y por ser gordo casi muere. Ahora se recupera en casa.
—Ejercer presión física y psicológica en otros es la vía con la que algunos obtienen cosas— aclara Liebster.
El agresor de Armando vive en un hogar dispar. La madre se divorció de su padre por la mala situación económica. Toda la frustración la depositó en el joven de 13 años. La mujer usó mucho más el castigo físico que la palabra. Con frecuencia usa la violencia como respuesta rápida ante estímulos no agradables.
A la mente de Liebster viene un caso que le refirieron en 2016:
—¿Qué quieres ser cuando seas adulto?— le preguntaron a un muchacho de 14 años.
Y él le respondió:
—Pran.
Esa podría ser la respuesta del agresor de Armando porque crece en un país y en un hogar igualmente disfuncionales que no le aportan una expectativa de vida real y positiva.
Homicidios y suicidios en alza
El estado donde hay más suicidios y muertes producto del acoso escolar es Zulia. Esta afirmación se generó a partir del informe anual del Cecodap, Somos noticia 2016: Un panorama sobre las diferentes formas de violencia contra niños, niñas y adolescentes.
El estudio se fundamenta en una revisión hemerográfica de 18 mil 802 noticias publicadas en 34 periódicos en 2016. La realidad descrita antes se convirtió en números: 1.150 homicidios de niños y especialmente adolescentes, aumento de 12 % en esta forma de violencia —por lo que hubo un incremento de 43,5 % con respecto a 2015—.
Esto indica que todas las formas de violencia vistas en la sociedad se reproducen en las escuelas.
—53 % de los suicidios son del sexo masculino y un 47 % femenino, con 10 y 9 casos, respectivamente. El estado donde más se registraron estos hechos fueron en Zulia con 10, seguido de Anzoátegui, Mérida y Monagas con 2 y Bolívar y Guárico, 1.
Con carencias afectivas
Emilio pidió permiso para ir al baño una tarde después de que había transcurrido la primera hora de Matemáticas. Estudiante modelo de cuarto año, católico por tradición familiar, se perfila como el amigo de todos, menos de los “populares”.
Caminó rápido, pues llevaba urgencia. No se percató de que tres muchachos de la sección contraria lo perseguían. Entró al baño sin virar. Concretó su necesidad y, al salir se percató de cuatro caras amenazantes en el espejo. Lo miraban con saña, morbo. Lo sometieron doblándole los brazos hacia atrás y haciéndole presión en la cabeza. Con una patada lo voltearon y en el mismo sanitario que había usado le hundieron la cabeza.
Al salir, le robaron el dinero de la merienda a otro estudiante.
Emilio no quiere volver clases. Gabriela Urdaneta, psicóloga y coordinadora del departamento de Orientación de un colegio privado, recibe en su consulta privada a 60 niños y jóvenes al mes con traumas por ser abusados en sus planteles. Cincuenta por ciento más desde el último trimestre de 2016 hasta marzo, explica.
En planteles, la cifra es menor: en una institución con 1.140 estudiantes, por ejemplo, 30 sufren daños.
Los victimarios de Emilio de seguro arrastran carencias afectivas.
—Cuando hay privaciones de este tipo, se manifiesta en los hijos la tendencia a tomar lo que no les pertenece, por lo que para llenar el vacío, roban, delinquen— especifica Urdaneta.
Lo que sucede con el futuro de un agresor es relativo: quien roba o golpea en su época escolar no siempre termina como delincuente. La esperanza es la presencia de figuras que son modelos positivos. Un maestro, por ejemplo. Un maestro gentil, con buena escucha y que esté presto a resolver problemas, se gana la estima de un estudiante problema. Entonces el pronóstico es diferente.
Sin embargo, también existen los modelos negativos.