Disfraces de Carnaval cuestan más que un sueldo mínimo
Las festividades carnestolendas se celebran internacionalmente y Maracaibo ha sido centro de esa tradición. Año tras año madres y padres sacan de su bolsillo, incluso desde enero, para poder colocarle el mejor disfraz a su hijo. Hasta competencias hacen en colegios y fiestas privadas: ¿Cuál es el mejor traje? Y es ahí donde se pone la creatividad por encima del presupuesto.
Sin embargo, en un recorrido de Versión Final por el casco central de Maracaibo se pudo notar cómo las madres se ponían las manos en la cabeza, al ver los precios tras las vidrieras de los almacenes. Entre 7 y 13 mil bolívares oscilan los precios de los disfraces. Desde Blancanieves, Elsa de Frozen, hasta Hulk se podían ver en las mesas y establecimientos de la Plaza Baralt.
A repetir
Egda Millano es madre de tres niños de seis, tres y dos años. Comentó que los disfraces de su hijo mayor se los colocará al menor.
“Solo tengo que comprarle a la hembra de tres años. Estoy buscando el de Blancanieves y está muy caro, no sé si se lo mando a hacer o repetirá el del año pasado”.
Por su parte, Ana de Cervantes, comerciante del centro, expresó que las ventas están buenas para ella, “pero eso es porque yo misma los confecciono y eso es con telas que me quedaron desde el año pasado”. Informó que sus precios van desde mil 500 hasta tres mil bolívares.
Los almacenes de telas son los más solicitados, sobre todo la tela raso que es una de las más usadas para los trajes de Carnaval, al igual que la muselina y el cotton lycra.
“Estoy comprado telas porque sale más económico hacer el disfraz, los precios están muy altos, incluso más que un sueldo mínimo”, esbozó Rosaura Luzardo, quien tiene un niño de cinco años.
Los más buscados
Los trajes más solicitados en el centro de la ciudad son los de los personajes de Frozen, Hulk, Ben-10, Blancanieves y los tradicionales de muñeca, coquito, mariposa y payaso. Sin embargo, la pasión del zuliano va más allá y manifiestan que sin trajes no se van a quedar.
Sostienen que han tenido que apelar a los mercados de garaje, para poder acceder a un traje que puedan disfrutar sus hijos en las fiestas carnavalescas.
