El diario plural del Zulia

Desalojo de buhoneros reduce compras navideñas en el Casco Central de Maracaibo

Andra Cruz, presidenta de la UCEZ, asegura que según los comerciantes que quedan en la zona las ventas han caído al menos un 80 %

Unos cuantos maniquíes pierden de a poco el color de sus prendas. El sol los tuesta y nadie los mira. 10:00 de la mañana y quienes pasan, apresurados, esquivan a los vendedores desesperados por rematar su mercancía.

Venga, pase por aquí. Tenemos jeans para damas, caballeros y niños”, grita a todo pulmón Rubén Troconis a las afueras del Callejón de los Pobres. Procura que los transeúntes se detengan por un segundo a escuchar sus ofertas. El hombre de cabellera grisácea ha pasado 35 años en el mercado informal y sabe que esta será una de las temporadas más difíciles para su negocio, aún en pleno noviembre.

La gente venía porque aquí siempre conseguía rebajas y variedad, pero ahora casi ni preguntan el precio de la ropa

Tras el desalojo de más de 3 mil tarantines y puestos informales en el Casco Central de Maracaibo, en la última semana de septiembre, la vida del pulmón comercial marabino parece ir en picada. La acostumbrada afluencia de compradores, que para la fecha se observaba, quedó solo en la memoria del colectivo y el “regateo” intenta sobrevivir en el Callejón.

“Uno llega desorientado. Ves cosas que no sabías que estaban ahí y lo que recordabas en un lugar ya no está. Ahora toca caminar mucho para conseguir lo que se busca. Y son pocas las opciones porque en otras partes sigue siendo más caro todo”, expresa Dina Chirinos, después de recorrer gran parte de los puestos de ropa infantil en busca de un vestido para su hija de brazos.

Las tiendas improvisadas con tubos y techos de lata solían rodear los Centros Comerciales: Puente Cristal, San Felipe, La Redoma, Caribe, Plaza Lago, Las Pulgas y la Plaza Baralt. En ellas, el atractivo eran las rebajas de ropa y calzado que en los negocios formales podían hasta cuadruplicar su precio.

Desde las entrañas del Callejón, con un par de jeans doblados en el hombro y sudor en la frente, William Dávila añora la época cuando en su puesto salían diariamente de 30 a 40 piezas de ropa para niños. Hoy, asegura, que si vende 6 por día es un gran logro. “Ya la cosa de por sí estaba difícil. Con el tiempo la gente se fue quedando sin dinero para comprar, pero ahora sin ni siquiera un toldo que nos cubra del sol menos van a querer venir”, comenta el hombre.

William lleva casi una década como comerciante en el Callejón. Al principio contaba con 10 empleados y por los gastos ahora debe compartir el trabajo con su esposa y sus dos hijos. “Las ventas han caído casi un 70 por ciento. No digo que esté mal que hayan limpiado de esa forma el centro, a mí lo que me preocupa es la fecha que lo hicieron. Estos eran nuestros mejores meses”, agrega.

Los que quedan

En un recorrido realizado por la Unión Empresarial del Comercio y los Servicios del Estado Zulia (UCEZ), por los principales negocios formales e informales del Centro de la ciudad, se registró un 80 % de pérdidas en las ventas después de la medida de desalojo ejecutada por las autoridades.

Así lo estimó Andrea Cruz, presidenta del gremio, quien asegura que una parte de los encuestados tildó de “positiva” la medida de recuperar el Casco Histórico. Sin embargo, alega que la mayoría de ellos expresó verse afectados por la disminución de la circulación de personas que se produjo. “Ellos opinan que la competencia que había entre los tarantines y las tiendas como tal era la que le daba la vida al centro”, señala.

Cruz agrega que desde la UCEZ existe la preocupación de lo que sucederá con los pocos establecimientos que permanecen abiertos en la zona. Sostiene que desde la Alcaldía faltan puntos por aclarar como cuáles serán las medidas que se tomarán para incentivar a la colectividad a continuar con sus compras en el Centro.

Todos queremos saber qué va a pasar con ellos. Si la Alcaldía no toma las medidas necesarias aumentará la crisis y el desempleo, pues muchos de esas tiendan que quedan van a cerrar porque no van a aguantar el bajo fluido de compradores.

Considera que una buena medida hubiese resultado formalizar a los pequeños comerciantes que hacían vida en el lugar, pero no “sacarlos de la forma que se hizo y mucho menos para la época decembrina”.

La dinámica, aunque lenta, sigue para quienes persisten en algunos callejones del Centro. Los compradores escasean y abundan los caminantes que en su rutina van de paso.

“Da tristeza la soledad que hay. Yo compraba aquí por los bajos precios y por toda la mercancía que uno podía ver. Ahora lo que estoy haciendo es esperar los bazares de ropa que hacen en el Maruma o en el Intercontinental para ver qué consigo”, dice Carolina Molero, una madre de familia que atraviesa el Centro para llegar a su trabajo a diario.

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