El diario plural del Zulia

Contrabando de gasolina se muda a la ciudad

A toda la velocidad que su viejo Malibú le permite, Jorge Pérez viaja desde Paraguaipoa hasta Maracaibo. Su hermano tiene una urgencia médica que espera sea atendida en el Hospital Universitario, si la reserva de gasolina de su vehículo le alcanza para llegar.

“Hace tres días no sacaba el carro de la casa y necesito llegar al Universitario para que revisen a mi hermano, porque no sabemos qué tiene y estoy sin gasolina”, explicó el hombre, perteneciente a la etnia wayuu.

Jorge optó por parar en una de las tantas ventas clandestinas de combustible, que ya no solo están en la carretera Troncal del Caribe, hacia La Guajira, sino que también se enfilan en la vía de Ciudadela Faría, al noreste de Maracaibo, a pocos metros del Hospital de Especialidades Pediátricas, para comprar al menos cinco litros por 350 bolívares y llegar a su destino.

Su carro cuenta con el chip de la gasolina, pero Jorge asegura que tanquear en Paraguaipoa es un “lío”, pues el sistema solo le permite recargar combustible en Maracaibo. El hombre pagó y el vendedor procedió a llenar su tanque con un embudo improvisado y una manguera, así se gana la vida.

Al mismo tiempo, otro chofer en el corredor vial El Marite, paga tres veces más, por 15 litros de gasolina para el tanque de su Ford Fairlane, sin chip. Es eso, o hacer una cola eterna en las pocas estaciones de servicio donde aún no se implementan los lectores, comentó el conductor, que prefirió el anonimato.

Ramón Zambrano vive del negocio del bachaqueo de gasolina, que tanto intenta frenar el Gobierno nacional y que a diario le deja unos 8.000 bolívares en promedio, si logra vender al menos 200 litros.

“Le compramos a las personas que tienen carros viejos, choferes incluso que se rebuscan con este negocio”, confesó Zambrano, mientras llenaba el tanque del Fairlane.

La pimpina de 25 litros la compran en 1.000 bolívares a los bachaqueros, de 91 octanos, como regularmente sucede, para buscar la “economía”; a esta le ganan uno 750 bolívares, con el sistema de 350 por cinco litros.

Angélica González también vende gasolina en su casa, en Ciudadela Faría y explica que generalmente llegan carros que vienen desde lejos con poca reserva y necesitan seguir hasta otras partes de la ciudad. “Aquí llega a comprar la gente que viene quedada y les prestamos auxilio”, reiteró la mujer, también con rasgos wayuu.

La frecuencia con la que llegan los vehículos, en su mayoría Caprice, Malibú, Wagoneer o Bronco, a las ventas clandestinas de gasolina, es variable entre los 15 y 20 minutos.

El despachador de una estación de servicio de la avenida La Limpia, que prefirió no revelar su nombre, detalló que esta es una “entrada opcional” de algunos choferes de tráfico o personas que tienen carros viejos, con tanques modificados o de gran capacidad.

“Lo hacen para rebuscarse, tanquean aquí y sacan una parte para vender, hasta dos veces al día, que es lo que se les permite por lo menos a los transportistas”, detalló el surtidor.

La dura situación económica y la falta de controles en el manejo del combustible fortalce rápidamente un negocio que comienza a instalarse en plena vía pública, ante la vista incluso de funcionarios policiales.

Lea también
Comentarios
Cargando...