El diario plural del Zulia

Choferes recurren al recauchado artesanal

El proceso para recubrir un caucho demora dos horas. La alternativa es un riesgo para los pasajeros

-Hermano, ¿el caucho si aguanta?—, pregunta Luis Olivero antes de subirse al carrito pirata de la Circunvalación 1, cuya rueda trasera del lado del copiloto parece que hubiera explotado.

—Ese resiste, no te preocupéis—, asegura Juan Medina, conductor de un Maverick.

—Si Dios está con nosotros, ¿quién podrá ponerse en contra?—, exclama Luis, mientras se embarca temeroso en la unidad, por ser la única opción de trasladarse a su hogar pasadas las 6:00 de la tarde, de ayer.

La escasez y alto costo de los neumáticos obliga a los conductores a buscar alternativas que alarguen la vida útil de sus neumáticos.

Juan fue hasta un cauchero, quien recubrió su vieja llanta con la pestaña de una de nylon en mejor estado. “Ahora es imposible comprar una chiva o un caucho nuevo. Si lo recaucho me dura más”, expone.

El chofer pagó 30.000 bolívares —en comparación con los 2 millones 600 mil bolívares que cuesta un neumático número 14 o los 3 millones de bolívares de uno 15, que representan entre 15 y 17 salarios mínimos de 177 mil 507 bolívares—.

En Maracaibo también se realiza esta práctica para adaptar una llanta grande a un rin más pequeño y evitar que se salga.

Método artesanal

Manuel Guzmán trabaja en una cauchera en el barrio Nuevo Mundo, en la zona norte. Señala que es un proceso que dura dos horas y cuesta Bs. 35.000 en efectivo. Corta el aro del caucho y luego reviste el otro con ayuda de un tubo. Comprueba que esté bien ajustado y lo llena de aire.

“No lo hago siempre porque lleva tiempo y es a petición del cliente”, cuenta.

Representa un peligro para quienes se trasladan en la unidad, si cae en un hueco y la banda se suelta. El proceso no es adecuado, según el cauchero José Otero.

En Chile, las industrias recauchan con la finalidad de salvar neumáticos de camiones o gandolas. “El caucho se recubre con la banda de rodadura de otro neumático, se raspa la superficie y se pega a la pestaña, luego se vulcaniza —somete a presión y altas temperaturas— para que se fije”, explica Otero.

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