El diario plural del Zulia

6 de cada 10 personas desean quedarse para rescatar el país

La decisión de seguir es tan difícil como la de irse. “Me quedo porque creo en Venezuela”, afirma Jacqueline Fernández

En medio de la escasez de insumos médicos como soluciones al 0.9 %, inyectadoras, bisturís y hasta anestésicos -lo que golpea a los centros de salud de Venezuela desde hace cuatro años y dificulta el trabajo de los médicos-, Jacqueline Fernández, alumna del cuarto año de Medicina en la Universidad del Zulia (LUZ), cursa sus últimas cátedras de estudio y afianza su voluntad de no dejar la tierra del Salto Ángel.

A la joven de 24 años le tocó reinventarse. Tenía que encontrar un trabajo que le permitiera comprar sus libros, pagar los pasajes en el transporte público -aunque le cueste conseguir dinero en efectivo- y además adquirir los alimentos para su hogar.

Esa labor, que se ha hecho cada día más cuesta arriba, no la doblega: aún desea permanecer, el mayor tiempo posible, cerca de su familia y del país donde dio sus primeros pasos.

“Cuando tenía 16 años viajé a Ecuador. Me gustó mucho, la vida es muy tranquila y culturalmente se aprende bastante. Viví en Colombia durante un mes y conozco Aruba. Pero me di cuenta de que allí hacía falta el calor de nuestra gente y sus chistes. Me quedo porque creo en Venezuela y en su gente. Me quedo porque sé que vamos a salir adelante. Esto es una lección y ya”, afirma, con la voz entrecortada, mientras seca algunas de las lágrimas que se le escapan al hablar sobre el sensible tema.

El valor de la resiliencia

Jacqueline además es estudiante del séptimo semestre de Comunicación Social en la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) y hace dos años comenzó a trabajar para cubrir los gastos que implican cursar dos carreras en simultáneo.

Desde entonces labora como project mánager (gerente de proyectos) junto con Willy Santos, un amigo diseñador gráfico. Se encarga de hacer branding -o crear marcas de productos- y buscar a través de las redes sociales a clientes interesados en obtener logotipos y páginas web para sus empresas.

Su labor la promociona en las cuentas de Instagram y Twitter @Somosweart. “Con lo difícil de la situación económica, pensé que ya no podía pedir dinero en mi casa, sino que más bien debía ayudar”, reflexiona meses después de haber tomado esa decisión y no se arrepiente.

Claude Pérez, directora del Centro de Orientación de LUZ, explica que salir adelante ante las adversidades es un hábito fundamental que se conoce como resiliencia y que todo ser humano puede potenciar.

“Una muestra de asertividad es continuar ante cualquier circunstancia. Lo que hay que hacer es no neurotizarnos, mantener la armonía con lo que tenemos, que no se pierda el sentido de la vida. Decir yo sigo trabajando porque aún hay cosas positivas”, señala.

Un aporte al país

Tanto Jacqueline como su compañero Willy reinventaron la imagen de una fábrica de donas en Chile. El contacto fue posible, a pesar de la distancia, gracias a la conexión de Internet y al empeño durante cada día de trabajo.

“Planeamos hacer eventos o crear una línea de ropa porque así podremos apoyar el talento venezolano que aquí queda”, expresa. Según la joven, es importante no centrarse en los aspectos negativos.

“Nos estamos acostumbrando a eso por la situación. Yo he sacado muchas cosas buenas, aun con lo que está pasando. La crisis me llevó a buscar otras opciones y a cambiar mi forma de pensar. Si aquí puedo salir adelante, afuera sería invencible”, asegura.

Apego a la familia

La psicóloga social Kharelys Colina comenta que las personas perciben afuera un ambiente que puede ser hostil. Otros no quieren alejarse de sus familiares por arraigo. “Lo que buscan es mantener vivos los vínculos con las personas y lugares que normalmente las rodean”, indica la especialista con 22 años de ejercicio.

Jacqueline coincide con ese sentimiento. No desea alejarse de su madre, de 65 años. “Siento que irme es dejarla. Pero quedarme también es dejarla porque no le puedo dar todo lo que quisiera, aunque de alguna forma todavía logro ayudarle aquí”.

La familia es su pilar fundamental. Es la menor de ocho hermanos, de los cuales una se encuentra en Panamá y otros tres piensan dejar Venezuela.

Los efectos de la diáspora

Según expuso Nicolás Toledo, profesor de Sociología en la Universidad Central de Venezuela (UCV), durante el foro Migración actual en Venezuela, realizado a mediados de febrero, la emigración de la población joven significa una pérdida de potencial socioeconómico, ya que no habrá una generación de relevo su ciente para reemplazar a los adultos jubilados.

Un estudio de opinión efectuado en 2.000 hogares de distintos estratos, entre el 17 de noviembre y el 4 de diciembre de 2017, por la empresa Consultores 21, encontró que seis de cada 10 venezolanos desean quedarse en el país, aunque casi un tercio de las familias (un 29 %) tiene al menos un familiar fuera.

“En promedio, casi dos personas (1,97) han emigrado para encontrarse con su familia nuclear, como padre, madre, pareja, hijos o hermanos”, detalla Toledo; socio de Consultores 21.

Jacqueline asegura que la difícil situación la hizo madurar más rápido: antes pensaba en graduarse para luego trabajar; no en estudiar y a la vez trabajar para cubrir todos sus gastos. “Esto es un empujón para los jóvenes que están acá. Terminaré mi carrera de Medicina y la de Comunicación Social. La clave está en tener la mentalidad de que estás vivo y que tienes manos y piernas para actuar”, asevera.

 

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