El diario plural del Zulia

A 2.500 bolívares, dos “horas de amor”

Como en La cárcel del amor de José Alejandro Castaño, quien desee tener en Maracaibo un encuentro sexual clandestino está atrapado. La única diferencia aquí reside en que el encierro de la prisión que describe Castaño es físico, pues mujeres y hombres limitan sus actos amorosos a ese espacio, mientras que en esta ciudad la restricción es por dinero.

En dos horas se tiene que hacer lo que hace dos o tres años se hacía en 12. —Hoy es el día— se dijo Braulio mientras termina de perfumarse el jueves 1º de diciembre.

Braulio, un muchacho de 25 años, gerente de una ferretería, recuerda casi llorando el día de su “primera vez”.

Pasó por su novia, Brenda, de 18, un viernes de 2010. Fueron a un centro comercial, vieron una película, se montaron en un taxi, compraron comida y llegaron a Las Vegas para pasar la noche juntos.

Al motel Las Vegas.

—Hice todo eso y todavía me quedó para desayunar y llevarla a su casa. Yo no trabajaba; reuní el dinero de lo que me daba mi papá para la universidad, que eran 100 bolívares diarios— recuerda.

La realidad es distinta en este momento: ahora el “amor debe hacerse” en dos horas y, por lo menos, los enamorados deben tener 14 mil 500 bolívares disponibles.

En Braulio, quedaron “encarcelados” muchos hombres el jueves 1º de diciembre. En cualquier momento explota una claustrofobia colectiva.

—Como se me robaron la batería del carro, tenía que pagar taxi, y como la cita era a las 7:00 de la noche, por cortesía, quería comprar una pizza y un par de cervezas (…) Debía ser el jueves porque la habitación estaba en promoción.

Agarró una hoja en blanco y un lápiz y abrió la calculadora de su celular: 2.500, dos horas en el cuarto; 7.200, los taxis; 8.500, la pizza; y 4.800, seis cervezas. Igual a 23 mil bolívares.

Sacó entonces la pizza. Sabía que tres cervezas para cada uno sería un elemento deshinibidor a la hora de la desnudez, así que no estaba dispuesto a suprimirlas.

Sacó los billetes de la cartera y todos juntos no sumaron los 14 mil 500 necesarios.

—La llamé y le dije que me dolía la cabeza (…) ¡Qué vergüenza!—.

El motel detrás del hotel

Cuarto de hotel, 303 (…) Dile que la quiero, dile que me muero por volverla a ver— canta el merenguero Bonny Cepeda.

Tomás Leonardo va en su carro “cuadra’o” con la amiga de la amiga. Aunque tiene novia, no dejará perder la oportunidad con “Marijó”, una morena voluptuosa que lo trae loco desde principios de años.

Cuarto de hotel 303, testigo fiel, testigo silente (…) de nuestro nido (…) de sus quejidos.

Cambia de canción.

Desnúdate ahora y apaga la luz un instante / y hazme el amor como lo haces con esos amantes— entona ahora Galy Galiano.

Tomás Leonardo bailaba esa canción con una noviecita del liceo.

“Marijó” también está en una relación, por eso deben el doble de cautelosos.

Y fueron mis manos las que te escribieron la carta / han sido mis celos los que te pusieron la trampa (…)

Comienzan los besos en el primer semáforo.

Mi amor, quiero esta contigo— manifiesta con total libertad la morena.

—¿Cómo negarse a petición— pensó Tomás Leonardo.

Imagina que soy tu mejor amante/ Hazme el amor y luego adiós.

Luego adiós y ambos regresarían con sus respectivas parejas.

Se supone que los moteles en una ciudad deberían estar alejados de las avenidas principales y las zonas más pobladas. En Maracaibo, están en lugares tan transitados como la autopista 1 o la vía hacia el Aeropuerto Internacional de La Chinita. Tal vez por eso se escondan tras la fachada de hoteles.

Tomás Leonardo quería apartarse lo más que pudiera de la ciudad, pero el único motel al que iba confiado era La Montañita, así que se arriesgó.

Cruzó; la “jirafa” subió.

La pantalla mostró los precios: 12, 14 y 17 mil. Entonces dio la vuelta y tomó camino a la vía de Perijá.

Baja demanda

[Aviso: Motel El Molino]

Promoción: de lunes a jueves, 2.500 dos horas

[Aviso: Motel Flamingo]

Promoción: de lunes a jueves, 3.999 cuatro horas. Un carro prácticamente se estaciona detrás de una fila de vehículos. En él, Marcos y Eva. Están impacientes, ya quieren quererse, pero la cola no avanza. Entre beso y beso, el muchacho hace la propuesta:

—¿Y si comenzamos desde ya… aquí…?—.

Ese es el problema de las promociones: la gente está obligada a esperar mucho.

—Pero no puedo pagar más (…) — se lamenta.

Eso puede suceder durante la espera si no se va en taxis. Las líneas reportan una disminución de carreras de, al menos, 40 por ciento. Y los trabajadores de los moteles sollozan porque las propinas no son las mismas de antes.

Eduardo trabaja en el Venus desde 2014. Asegura que desde principios de año hay un letrero que indica los precios en la entrada para “ahorrarle” la molestia a los clientes.

[Aviso]

De la 37 a la 64—7.500.

Plutón—10.000.

De la 75 a la 94—10.000.

Plus: de la 25 a la 36—10.500.

Apolo: de la 65 a la 104—12.000

—Si un miércoles, en 17 horas, entraban 60 parejas, ahora entran 20 (…) Y los sábados entran como 80, de las 200 que iban…–

Las excentricidades de el Aladdin cuestan entre 31 mil y 82 mil bolívares. Tan solo 12 horas de amor.

Allá, la sensación de seguridad y plenitud es otra. Yolimar lo recuerda con orgullo.

Ya esas salidas al Aladdin se acabaron porque ni mi novio ni yo ganamos tanto dinero (…) Eso quedó para las proxenetas— dice.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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